Chano Ceballos “ En aquella época antes de la guerra civil la vela latina estaba en auge, era amplísima la flotilla de botes que hacía sus pechadas cada domingo”

Fotos: Sup. Los botes hechos con tela- Inf. El pequeño Perico en Las Canteras.

Corrían los años 20, del siglo pasado, todavía surcaban los océanos algunos grandes veleros, solo propulsados con la ayuda del viento. En uno de ellos, -El Gavia-, estaba enrolado como contramaestre Juan Ceballos, el padre de nuestro Chano. Juan se pasaba parte del año, de un lado del Océano Atlántico al otro. El Gavia navegaba de La Palma a New York con sus bodegas llenas de cebollas, de allí –bajaba- hasta la Isla de Cuba transportando gasolina, y en la “Perla del Caribe” cargaba sus bodegas de toneles de buen ron para traerlos a Canarias.

Mientras tanto Chano y sus hermanos crecían, se hacían hombres jugando y oyendo historias de lejanos mares entre maestros de rivera y calafateos de barquillos sobre la arena de la playa de San Rafael, y sobretodo, viendo regatear los primeros botes de vela latina que surcaron las aguas frente al barrio de San Cristóbal y al antiguo Muelle de Las Palmas. En aquella época antes de la guerra civil la vela latina estaba en auge, era amplísima la flotilla de botes que hacía sus pechadas cada domingo, para deleite de los aficionados de una ciudad que crecía día a día. Entre la embarcaciones estaban El viejo “Porteño” del maestro Pepe Gaspar, el “Domingo del Río”, “El Marino”, El “Sta. Catalina” con el gran Piteras a la caña, el “Goodrich”, el “Juan Rejón” estos últimos construidos por el maestro Pepe González, el “Fyffes” con el legendario Domingo Oramas al timón, el “Minerva” del maestro de Juan Marrero, el “Tomas Morales” , el “Guerra”, el “Las Palmas”, etc.

Corría el año 36, cuando estallo la guerra civil. La vela latina no fue ajena a este triste episodio de la historia de España. Chano ”el del Porteño” tenia 14 años. Pero era conciente de lo que ocurría. Tras un domingo de regatas donde el Porteño y el Minerva hicieron las delicias de los apasionados aficionados, apareció el cadáver de un hombre atado a un saco de lastre. La –autoridad- aprovecho esta excusa para suspender y prohibir las regatas de botes, la flota tuvo que amarrar.

Fueron casi cuatros años de “paro” El país estaba inmerso en una guerra fraticida, el hombre saco lo peor que lleva dentro. En el istmo, entre la playa de San Rafael y la playa del Arrecife, paso lo que en el resto del país. Desconfianzas, traiciones y venganzas entre vecinos, amigos y hermanos. Los jóvenes hermanos Ceballos encontraron entre las regatas de botes de tela en la playa del Arrecife su –refugio-. Mientras los Ceballos y sus amigos jugaban haciendo “pechadas” se olvidaban por unas horas de las calamidades que se pasaban en esos tiempos.

Más tarde, los botes de tela dieron paso a pequeños botes de vela latina. Los pequeños “Perico”, “Alcorde”, “La Paca” con nuestro Chano a la caña pasaron muchos domingos festivos regateando contra los barquillos de pescadores de la zona. De la Puntilla al Rincón y volver.

Por fin acabo la guerra, y los Ceballos- Juan, Tonilo, Cristóbal, y Chano- fueron parte importante en el resurgir de la vela latina. Volvieron los grandes “Porteño”, “Minerva”, y el “Morales” del admirado Juan Suárez a bolinear frente a San Cristóbal. Poco a poco la vela latina se animo, volviendo muchos botes y tripulaciones a surcar el litoral. Surgió la figura de Juan Ceballos “El Comandante” quien poco a poco se erigió como el mejor “caña”. Muchos lo consideran todavía el mejor patrón de vela latina de la historia. Chano fue fiel a su Porteño. Todavía recuerda su ultima regata, desde el túnel al Boyón de la Campana, “creo que fue a finales de la década de los 60” se queda un rato pensándolo, con la mirada perdida, intentado retroceder en la historia de su larga vida.

Chano ha sobrevivido a sus tres hermanos, a su mujer y a una de sus hijas, que por designio del destino falleció ahogada en la playa donde él se hizo hombre. Ahora a sus 85 años pasa el rato entre partidas de domino en la zona de Los Nidillos y contando “batallitas” entre los pocos pescadores que quedan en La Puntilla. Chano es un fuente de conocimiento inagotable, es un testigo privilegiado de la evolución de la vida del Istmo de Santa Catalina, y de playa de Las Canteras, antes de Arrecife.

1º parte

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