Texto remitido. Algunas tesis referidas en el mismo no se ajustan a la realidad
Con una extensión de 560,2 hectáreas, y una cota máxima de 240 metros. La Isleta destaca por tratarse de uno de los relieves más característicos de Gran Canaria, distribuido mediante un denso campo volcánico del Cuaternario que se formaron en dos etapas: La primera, correspondiente a los volcanes de las montañas Confital, Colorada y Faro, y una segunda posterior correspondiente a las montañas Vigía, Esfinge -muy alterada debido a su continuado uso como cantera de picón -, e incluso cinco conos volcánicos menores. La Barra de Las Canteras es producto de la lava arrojada en su momento por la erupción de estos volcanes, y el aprovechamiento extractivo del basalto de este arrecife para obtener piedras destiladeras durante siglos pasados motivó la denominación de Las Canteras a la playa. Incluso uno de los barrios más extensos de nuestra capital se llama Arenales, debido a que el campo de dunas alcanzaba hasta la actual zona de la calle Bravo Murillo -superficie de los barrios de El Refugio, Guanarteme, Santa Catalina, Alcaravaneras, Ciudad Jardín y Arenales propiamente dicho –.
La Isleta se comunica con el resto de Gran Canaria mediante el Istmo de Guanarteme, que en su origen fue un tómbolo arenoso formado durante el Pleistoceno Superior y que posibilitó que La Isleta dejara de ser una isla para pasar a península. De este tómbolo o campo de dunas sólo quedan su litoral occidental, con la Playa de Las Canteras, y parte de su antiguo litoral oriental, la Playa de Las Alcaravaneras, que antiguamente se comunicaban. La última duna de Guanarteme desapareció hace escasos años. Diariamente, en estado de pleamar, el agua traspasaba el Istmo a la actual altura aproximada del Mercado del Puerto, con lo cual La Isleta quedaba temporalmente aislada
La flora autóctona presente en La Isleta es la propia de las zonas litorales y agrestes por su origen volcánico, dando lugar a la presencia de plantas endémicas de pequeño y mediano porte, adaptadas a un medio riguroso en cuanto a condiciones aquíferas, destacando el Gualdón, la uva de mar, la tolda, la lechuga de mar, la ahulaga y la tabaiba, entre otras. Por lo que respecta a la flora introducida después de la Conquista, destaca la tunera, sobre todo en áreas de ladera. Entre la fauna, destaca la pardela chica, ave protegida, que se alimenta de pescado.
Cuevas de Los Canarios.-El complejo arqueológico prehispánico situado en la parte superior de poniente de la Montaña de El Confital, cerca del barrio de Las Coloradas, y que se conforma mediante dos grandes cuevas artificiales de habitación y otras cavidades menores destinadas para silos, excavadas en dos niveles sobre una gran arcada natural, posible antiguo cráter; todas ellas orientadas hacia el oeste, y que las protege de las inclemencias temporales. El conjunto de cuevas organizaban su distribución mediante pasos y pasillos, de los cuales sólo quedan vestigios, algunos de ellos escalonados. Diversas de estas cavidades presentan una serie de pequeños círculos excavados, denominados cazoletas, tanto en el suelo como en las paredes; y de los que se piensa una finalidad bien de función doméstica, o como antiguos soportes de divisiones internas. A su vez, se distinguen pequeñas estancias a modo de alacenas. Al inicio del conjunto, hay una pequeña superficie abierta y excavada, con probable función de garita de vigilancia: No hay que obviar que los granero – Fortaleza prehispánicos o Agadires de Gran Canaria se ubicaban en lugares de difícil acceso y fácil defensa. Este yacimiento de El Confital se relaciona con los similares Graneros de Valerón – Guía -, Cuevas Muchas – Guayadeque, Ingenio – Acusa -Artenara, Temisas -Agüimes – y Cuevas de Los Canarios en Bandama -parte de Las Palmas de Gran Canaria -, entre otros.
En las cercanías se mantienen restos de una cantera prehispánica destinada a la obtención de piedras para molino. El yacimiento de El Confital se relacionó con la ya desaparecida necrópolis o cementerio aborigen de La Isleta, y posibles núcleos prehispánicos de población próximos también desaparecidos. La necrópolis situada bajo el actual barrio de La Isleta, aprovechando el antiguo malpaís volcánico, se conformaba mediante cientos de estructuras tumulares – acumulamiento organizado y cónico de piedras -, que servían de enterramientos o inhumaciones unipersonales, las cuales fueron excavadas y fotografiadas a fines del siglo XIX para el Museo Canario por parte del doctor Gregorio Chil, Diego Ripoche y Rene Vemeau, y descritos en 1887 por la viajera inglesa Olivia Stone. Estos tumbas individuales se formaban mediante una cista -excavación rectangular donde se depositaba el cuerpo inhumado -, la cual se delimitaba y cerraba mediante grandes piedras basálticas, sobre las cuales se superponían piedras menores hasta formar una imagen cónica, o túmulo. Los restos humanos hallados en su momento se encontraron con resquicios de plantas aromáticas como único ajuar, y envueltos en telas vegetales. En la actualidad, se mantiene necrópolis tumulares individuales prehispánicas sobre malpaíses volcánicos en Gran Canaria similares a la que hubo en La Isleta, como la de Alteara y Maspalomas – San Bartolomé de Tirajana -, Maipez del Valle de Agaete -Agaete-, y Maipez del Guiniguada -Las Palmas de Gran Canaria-, entre otros.
Como curiosidad reciente, reseñar que durante las décadas de los 60 y 70 del siglo XX, los vecinos del barrio de Las Coloradas realizaban una escenografía de la Pasión en fechas propias de la Semana Santa, aprovechando el entorno de la cúspide de la Montaña de El Confital, coronada mediante una cruz.
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