Tita Sole

(Fotos: izq. Tita Sole, der. La autora de este reportaje Melu Vallejo haciendo castillos de arena para los cuentos de Tita)

“En las tardes de verano, el enjambre de chiquillos era llevado por sus madres a la playa, depositados en la arena, despojados de la ropa (debajo llevaban el bañador puesto) y al fin dejados en libertad, no sin la recomendación materna de que no se alejaran demasiado. La chiquillería se dispersaba y comenzaba su tarea: explorar y descubrir los mil atractivos que ofrecía la playa. (…) Un día apareció por la playa una niña nueva que se llamaba María Ester. Venía con sus hermanos y de ellos cuidaba su tía Sole. Inmediatamente se hicieron amigas y Marta obtuvo el privilegio de llamar a la tía Tita Sole, como una sobrina más. Tita Sole reunía a su alrededor a toda la chiquillería y los asombraba con los cuentos maravillosos que sabía. Marta era incansable, y a veces se quedaba como única oyente, pues ella sola era ya un público. Luego construía castillos en la arena, para albergar a todos aquellos seres que desfilaban por los cuentos de Tita Sole. (…) Sole era soltera; trabajaba en una oficina y vivía en casa de su hermana casada, que tenía seis hijos. En verano, cargaba con todos los sobrinos a la playa; los vigilaba, les daba la merienda y los extasiaba con sus cuentos”.

(Prólogo de los “Cuentos a la orilla del mar”, de Mari Carmen Vallejo)

Una, dos y tres,

pluma tintero y papel,

para escribir muchos cuentos

a quien los quiera leer.

Son unos cuentos muy lindos,

todos de gran interés.

Se los contó un cangrejito

a nuestra Tita Solé.

Príncipes, reyes y ranas,

brujas que vuelan muy bien.

Princesas buenas y malas,

uuuuuhhh, y de miedo también.

Salen fantasmas que bailan

con cadenas en los pies.

Sombras que pegan un susto,

para echarse a correr.

En las tardes de verano

nos lo pasamos muy bien,

con Tita Sole y sus cuentos

de las cosas al revés.

Pasen, señores, y vean

lo que se puede hacer

con unas cosas tan simples:

pluma, tintero y papel.

Una, dos y tres…

(Canción infantil)

“Yo escucho los cantos/ de vivencias cadencias/

que los niños cantan/ cuando en corro juegan”.

Con estos versos de A. Machado, quiero referirme a ese corro cuya letra he cambiado en honor de Tita Sole. ¿Lo cantarían los niños de hoy? Yo sí lo sigo haciendo. Tita Sole nos contaba cuentos en la playa de Las Canteras y, gracias a su magia, los que la escuchamos amamos esa playa de una forma “distinta”. Le debo eterno agradecimiento a Tita Sole.

www.miplayadelascanteras.com

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