LAS CALLES DE LA CIUDAD EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII
“Por terrenos arenosos e inhóspitos en la zona conocida pronto popularmente como de Fuera de la Portada al norte se alzaba el hospital de San Lázaro, luego reedificado intramuros al igual que las ermitas cercanas del Espíritu Santo y de San Sebastián. Más allá, hacia Las Isletas, en plenos arenales, la ermita solitaria de Santa Catalina y, más allá del Istmo de Guanarteme, en el seno de la bahía, la ermita dedicada a Nuestra Señora del Rosario que más tarde se rebautizó como de La Luz, por una luz extraña que allí aparecía, vecina del recio castillo que también allí se alzó a raíz de la conquista de la isla y al que primero se le llamó Fortaleza Principal o de Las Isletas. También hubo en sus cercanías un grupo de viviendas a los que se le decía El Corral de Enríquez.
Por cierto que, cuando se habla en antiguas crónicas de la comarca de Las Isletas separada del resto de la isla por un tómbolo de arena, istmo que con frecuencia cubrían las aguas de mar, se la da como desértica, a excepción de los susodichos castillo comenzado a construir en 1492 y de la ermita erigida en sus cercanías en conmemoración del triunfo cristiano en la famosa batalla de Lepanto. Y no era así porque, por ejemplo, recuerda el cronista Néstor Álamo que el arcediano de la catedral de Canarias Hernando de Vargas, en el año 1547 recibió un solar en el denominado puerto de Las Isletas para fabricar en él una especie de casa de recreo, “junto a la casa de Rodrigo de Quesada y a la de la capellanía de Nuestra Señora” y que estaba cercana “al solar de los barcos”. Y se sabe que por allí hubo también, quizás más tarde pero en los tiempos antiguos, el mesón de la Virgen al que rodeaban a su vez algunas humildes viviendas de calafates, carpinteros de ribera y marineros”.
(Carlos Platero Fernández en “Calles de Las Palmas”, cap. V, pp. 40-41. Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria, 1998.)
Ayúdanos a seguir informando día a día sobre nuestra playa: dona
