“Cuando dos caminos se separan… toma aquel que se dirija a la playa”. Hannah McKinnon

Jueves: buen tiempo, día de playa

Antonio Santana, un hombre bueno

Si alguien quiere y mima su playa con pasión, ese es Antonio Santana. Este isletero de nacimiento y educación, menor de 8 hermanos e hijo de un gran cambullonero porteño de los años 40.

Toda su vida a estado girando a la que el llama “ una de las grandes maravillas de la naturaleza” , primero su crianza playera, más tarde en un negocio familiar de hamacas frente al Hotel Cristina , luego colaborando con Pacuco Bello en los años 90 en la defensa de la playa y en la solución de sus problemas, y al final regentando su famoso negocio de hamacas frente a la Clínica San José.

Antonio es adorado por sus fieles clientes, que vienen día a día a su porción de cuidada playa, él los cuida uno por uno, les trae el periódico del día, revistas del corazón para ellas, les deja toallas que el y su señora lavan después en su propia lavadora, algún sombrero si el sol está fuerte y para los más pequeños tiene una colección de palas, rastrillos y baldes.

En la caseta de Antonio se cuidan todos los detalles para que sus amigos-clientes estén como es su propia casa, cuando van a dar un paseo Antonio les guarda en taquillas sus pertenencias y cuando abandonan la playa les tiene preparado cepillos personificados para que no se lleven ni un grano de arena, y así mil detalles más, eso si todo lo vigila, según el, un retrato de su mejor amigo y confidente “Jesús de Nazaret “.

La fama de Antonio es tal, que hasta su nombre fue oído entre los cruceristas del Queen Mary 2 y donde fue recomendado, ya que sus hamacas y arena están consideradas como la más cuidadas de la playa. Pero Antonio tiene también su lado de luchador y critico de cómo se lleva la playa por parte de las autoridades, echa de menos más seguridad, sobre todo por la noche, antes los turistas después de cenar se les veían pasear hasta altas horas por el paseo, los negocios estaban a tope, ahora desde que cae el sol todo el mundo se refugia en sus habitaciones, y es que no se ve a ningún policía, y la Avenida, dice, se queda desierta y triste. Va enumerando los pequeños fallos de la playa con tanto ardor, que uno no puede dejar de envolverse en su lucha; que si debajo de los barquillos la arena esta infestada, que si el balneario esta en obras hace años, que si la rampa de minusválidos, etc.

Este es Antonio, apasionado y luchador por su playa querida, y como se ve en la foto del reportaje, siempre tiene los brazos y el corazón abiertos para recibir en su “casa” a todos sus amigos.

www.miplayadelascanteras.com

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