“Cuando dos caminos se separan… toma aquel que se dirija a la playa”. Hannah McKinnon

Tarde agradable: nubes y claros

La Peña de la Vieja por Juan García

En el lenguaje escrito se le dice La Peña de la Vieja, pero en el lenguaje hablado se le llama Peña la Vieja y, aún mas, entre sus ‘allegados’ es ‘La Peña’. El origen’ del nombre queda perdido en el túnel del tiempo, aunque se dice que es por haberse allí ahogado una vieja, pero después de preguntarme qué sería lo que a la vieja por allí se le perdía, no me lo creo. ¿Que es por lo vieja que es la peña? Tampoco. Porque igual edad tendrá La Barra y nunca se le ha dicho vieja. Estoy seguro que es por la abundancia de viejas (peces) que a su alrededor pululaban, y de ahí el nombre aplicado por los pescadores aficionados en la época que fuere. Cualquiera que sea el dudoso origen de su nombre, lo que no tiene duda es que ‘La Peña’ es nuestro querido símbolo que nos apropiamos un grupo de amigos y amigas hace más de cuarenta años, que ya son años, porque los ratos de ocio de nuestras vidas juveniles giraban en torno a ella, resultando que nuestras aventuras y hazañas playeras siempre terminaban en quedarnos aupados sobre su grupa para comentar y vanagloriarnos, por ejemplo, lo valiente que habíamos sido adentrándonos por una de las bocas de La Barra y nadando hacia el horizonte hasta ver empequeñecidas la hilera de casas de la avenida que, dicho sea de paso, la mayoría eran de tipo ‘terreras’. Teníamos por ley que si estábamos, digamos en la arena en bañador y alguien decía ¡Vamos a La Peña!, ¡pues vamos!, y sin tener en cuenta siquiera si la marea estaba en calma o de reboso, y el último que llegaba era un marica, y, por aquel tiempo había menos arena en el mar, y en los tiempos tormentosos sí que era una verdadera hazaña, no sólo lograr subir a La Peña, sino después conseguir mantenerse sobre ella cuando llegaban las gigantescas olas.

No me permiten extenderme mucho, y que me gustaría, pero dicho grupo de amigos, e iniciándose por Vicente y Wiso, a partir del año 1970 se comenzó a llevar a cabo cada año la travesía a nado que partía desde La Puntilla y, naturalmente, recalar en La Peña (aproximadamente 1.300 metros de distancia), considerándoes por los pocos participantes en principio como un ‘sacrificio’ o rendición de honores a nuestro símbolo, lo que traía consigo hacer algún ejercicio físico entrenándose (que es sano), pero sobre todo era motivo de tener un encuentro de antiguos amigos, a menos cada año, con los playeros de la zona y cantar el himno de la amistad. Felizmente el número de participantes ha ido en aumento cada año y esto, naturalmente, es encomiable, pues todos los actos amistosos y de alegría elevan el espíritu y ayudan a vivir. Es de lamentar mucho la ausencia definitiva de algunos a los que solamente volvere mos a ver cuando y donde, que es Dios quien solo sabe. Hay que animarse y todos los que quieran tienen muchas oportunidades con la Travesía del Grupo de Peña la Vieja (siempre el primer domingo de octubre). También se tiene la oportunidad con la Travesía de los Amigos de la Barra, y con la Travesía del Victoria, pero la dirección de la ruta es contraria y la distancia más corta. Mi persona está apuntada hasta que el cuerpo aguante, y hay que tener en cuenta que cada cual debe nadar a su ritmo sin esfuerzos imprudentes que no los permita su preparación. La cuestión es llegar.

Las Palmas de Gran Canaria a 30/09/1992

Foto portada. Juan a la izquierda junto a su hermano Vicente en los años 50

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