Existe un grato recuerdo en la memoria de todas las personas que por alguna razón lo visitaron y comieron en sus salones a lo largo de sus aproximadas tres décadas de existencia.
La inauguración de La Strada en enero de 1974 fue todo un acontecimiento social en Las Palmas de Gran Canaria, ciudad que vivía un esplendor turístico y de ocio nocturno, con decenas de salas de fiestas, discotecas y restaurantes que se llenaban todas las noches de la semana.
El restaurante self service – grill ocupaba un edificio de tres plantas en la calle Tomás Miller, muy cerca de Luis Morote, en pleno centro del corazón turístico de la ciudad. Tres plantas que se distribuían así: la primera planta era un bar con una amplísima barra, en la segunda estaba el “famoso” buffet y en la tercera existía el grill.
Su primer propietario fue el empresario de origen gallego Aurelio Stravis, el nombre de La Strada” es en honor del pueblo de Galicia donde nació. Él fue el dueño del negocio hasta que se lo traspasó, a principios de la década de los noventa, a otros empresarios de la restauración: Merino y Manolo Brito.
En los años ochenta llenarse hasta no poder más costaba sobre 500 pesetas
La Strada fue durante muchísimos años -de aquellas décadas antes del cambio de siglo- el lugar donde se iba cuando había que celebrar algo: fuera una comunión, cumpleaños de alguien de la pandilla o haber aprobado todo el curso. Los “embostadas” allí fueron históricas.
El restaurante La Strada cerró sus puertas a principios del siglo XXI.
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