La Puntilla no está pasando su mejor momento: la plaza en estado de peligro para sus usuarios y su decadencia estética convierten en este icónico lugar en un vergüenza para la playa de Las Canteras.
Al estado catastrófico y peligroso de la plaza de la Puntilla y sus barandillas le podemos sumar el desorden y la deterioro de la plataforma inferior, donde se ubica el popular restaurante.
Este rincón de Las Canteras se pudo convertir en los años noventa en una maravilloso lugar junto al mar, el resultado actual ha sido la suma de malas decisiones, muchas de la cuales fueron causadas solo por intereses “partidistas”. Los poderes “ocultos” del barrio son los grandes culpables del resultado final.
Cuanto antes se declare públicamente por parte del Ayuntamiento la peligrosidad de la plaza antes se le buscará solución. “Hacerse el loco” solo conseguirá que algún día una persona se lesione de importancia, luego vendrán las lamentaciones.
La recuperación de la escultura móvil (será una replica) de César Manrique podría adecentar estéticamente algo la plaza y podría acelerar algo su arreglo o reconstrucción.
No se sabe cuántos recursos públicos se ha llevado por delante las diferentes reformas de dicha plaza, pufo tras pufo.
Da pena ver el estado de la plataforma inferior, junto a la escuela náutica. La imagen es lamentable. La suciedad y el desorden imperan en un lugar sobrecargado. El restaurante es “amo y señor” de un espacio que es de la ciudadania. Allí fueron instalados los pescadores profesionales (solo quedan tres o cuatro) tras ser expulsados de la arena de la playa. El “Victoria” se apropió y valló un cacho y ahí lo tiene desatendido y algo sucio. Tampoco es lógico que la “Marinera” tenga sus containers de basura en medio de la plataforma, en un espacio que es de dominio público.
Un replanteamiento del lugar ayudaría a mejor su imagen. Es fundamental rehabilitar escalones, rampa, suelos, etc. Ordenando todo el espacio para que sea apto para un uso correcto por parte del ciudadano y de la actividad pesquera. Tampoco no podemos olvidar de la cuestión estética: si te asomas desde la plaza a ver la puesta de sol lo primero que vez es la cubierta del local, sus chimeneas y nada gratificante imagen de su puerta de atrás.
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