“A ese techo de nubes de tonalidad grisácea, que, especialmente en verano, tienen sobre sus cabezas los habitantes de Las Palmas de Gran Canaria y de otras localidades del norte de las Islas Canarias, lo llaman los lugareños “la panza de burro”, en clara alusión al color del pelaje abdominal del citado animal, de parecido aspecto al que presenta el cielo. Los calores estivales se ven en parte amortiguados gracias a dicha nubosidad, ya que actúa como una pantalla solar, contribuyendo a refrescar algo el ambiente. Los responsables de que ese manto nuboso cubra tan a menudo la capital de Gran Canaria y otros sectores de las islas orientados al Norte y Este son los vientos alisios.
En la formación de esa capa nubosa juega un importante papel el imponente relieve insular. Las escarpadas montañas canarias fuerzan a ascender al aire húmedo que empujan los alisios, y en dicho ascenso logra enfriarse lo suficiente como para condensarse el vapor de agua contenido en él y formarse la nubosidad. Mientras que por encima del estrato nuboso se puede disfrutar del espectacular mar de nubes, por debajo la panza de burro deja un día gris” © José Miguel Viñas.
Ayúdanos a seguir informando día a día sobre nuestra playa: dona