A mediados de los años ochenta tuvo lugar en Las Palmas de Gran Canaria la disputa vecinal y política sobre qué hacer – tras desmontar las factorías de pescado y las casas antiguas- con la magnifica parcela de La Puntilla. Los vecinos y grupos políticos interesados pudieron convencer al grupo de gobierno municipal de entonces para que allí no se construyera el auditorio de la ciudad. La opción final para La Puntilla, tras muchos meses de “pelea”, ya la conocemos todos: una horrible plaza con un parking inferior; una base náutica privada, concesión municipal al Real Club Victoria por su apoyo al proyecto final y un restaurante que se ha hecho dueño del Dominio Público Marítimo Terrestre.
Las posibilidades del espacio como un parque marítimo eran maravillosas, al final prevaleció los intereses particulares al bien común.
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