Se anunciaba tormenta. La playa estaba vacía. Me acerqué al Charcón con gafas de mar. El movimiento oculto de las olas hacía sentir que las rocas se movían. Sensación sísmica. Ambivalencia. Los pescados bailaban sin querer. Salí del agua y cuatro gotas de lluvia se posaron en mi cara. Recuerdos de infancia cuando disfrutábamos dentro del agua salada de esos dulces momentos de lluvia. La magia me llevó muy lejos.
Texto de María Luisa Blanco Roca
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