Todavía viven isleteros que recuerdan haber visto, en aquellos años veinte y treinta del siglo pasado, barcos fondeados sin luces al socaire de El Confital.
Refugiados en las noches más oscuras, estas embarcaciones no estaban faenando. Venían sigilosamente a buscar personas para llevarlas a Cuba, a América. Eran migrantes que, ilusionados, buscaban una vida mejor lejos de sus hogares.
Todos ellos, hombres, mujeres y a veces niños, esperaban en la orilla de la marea, donde actualmente está el muro de La Puntilla y la hornacina de la Virgen del Carmen, a los botes a remo que los llevarían a las embarcaciones fondeadas en la bahía de El Confital.
Desde el soco de El Confital, a bordo de esos pequeños barcos, partían cargados de ilusión en busca de un futuro mejor.
A este rincón de La Puntilla, donde las personas embarcaban en los botes, se le conocía como “el morro de La Habana” por su relación con el deseado destino.
Muchos canarios se embarcaron en Las Canteras para el incierto viaje de cruzar el océano Atlántico en busca de un porvenir más próspero.
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Comentarios
Miguel Angel:
Espectacular, no conocía la historia. Muy buena aportación a nuestra historia de la playa de las Canteras. y el Confital.
Saludos
Nieves:
no conocia todo eso…
GRACIAS!