Un charco de Los Lisos sirvió como escenario para los juegos de un pulpo con mis pies. El cefalópodo se envalentonó y “corrió” detrás de mis noños para morderlos con su pico de loro.
Un charco de Los Lisos sirvió como escenario para los juegos de un pulpo con mis pies. El cefalópodo se envalentonó y “corrió” detrás de mis noños para morderlos con su pico de loro.