Estaban situados en el límite de la calle Ferreras con el paseo de Las Canteras, a los lados de la escalera de acceso a la avenida.
Se vendía de todo: polos, chucherías, periódicos, postales y además te podías echar un botellín con un huevo duro o un refresco.
En aquellos años la calle estaba abierta al tráfico. Los vehículos transitaban, a través de una calzada paralela al paseo, hacia la calle Prudencio Morales.
Con la peatonalización y remodelación de estas calles, en los años ochenta, los kioskos desaparecieron.