El juyón, que así es como se llama nuestro cangrejo, es un bichito simpático que corretea entre las grietas y oquedades buscando su alimento. Cuando se ve amenazado corre para refugiarse en su cueva.
Les encanta asomarse al marisco más alto para otear el horizonte o asomarse a un charco.
Los juyones, nuestros cangrejos de roca, poseen cinco pares de patas, un par evolucionado en pinzas y los otros cuatro los utiliza para desplazarse. Los cangrejos no caminan para atrás como dice la popular frase, caminan de lado debido a su morfología. Su forma aplanada y este movimiento lateral les ayuda a agarrarse cuando vienen las olas.
Estos crustáceos atraen a sus parejas con atractivos visuales y ruidos, apareándose vientre a vientre. Los huevos son transportados por las hembras hasta que éstos eclosionan, liberándose en el agua.
Suelen medir sobre 4 cm y son de coloración marrón, grisácea o verdosa.
En las mareas vacías de verano son estresados por los chiquillos que los intentan capturar con todos los métodos posibles. A pesar de ello, estamos seguros de que los cangrejos son felices entre nuestras rocas.