Aunque a simple vista puedan parecer desiertos, los arenales de Las Canteras suponen el refugio para numerosos seres vivos. Un claro ejemplo de esta diversidad lo representa el “trío” compuesto por el tapaculo, la araña y cangrejo de arena.
El tapaculo (Bothus podas) es un pez plano que se camufla perfectamente con la arena. Se desplaza a ras del fondo, buscando pequeños peces, crustáceos y poliquetos de los que alimentarse. Aunque en su estado larvario son simétricos morfológicamente, sufren una metamorfosis en la que su ojo derecho migra al lado izquierdo, característica que lo dota de un aspecto tan simpático.
La araña (Trachinus draco) presenta un cuerpo alargado y suele permanecer posada o enterrada en la arena, esperando a que algún pez se coloque justo encima para entonces capturarlo. Tanto en su primera aleta dorsal como en el opérculo tiene espinas capaces de inyectar un doloroso veneno. No debemos confundirla con el pez lagarto (Synodus sp.), de aspecto y hábitos similares, pero que carece de espinas venenosas.
Por último, el cangrejo de arena (Cryptosoma cristatum) es un crustáceo habitual de nuestros arenales. Tiene un color amarillento, con motas violáceas en sus patas y posee unas fuertes pinzas. No obstante, es difícil verlos, pues corretean por el fondo buscando alimento, pero, nada más detectar la presencia de un buceador, se entierra rápidamente dejando solo los ojos a la vista.
Pero sin duda, lo más curioso de estas tres especies es que solemos verlas juntas. Pues, el tapaculo y la araña aprovechan el trabajo del cangrejo. Cuando este remueve la arena para buscar alimento, también desentierra numerosas presas que son capturadas por los otros dos. Así es como tres especies completamente distintas se acompañan como si fueran amigos inseparables.
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