“Cuando dos caminos se separan… toma aquel que se dirija a la playa”. Hannah McKinnon

Tiempo muy agradable, día de playa

Pregón de las Fiestas Fundacionales 2014 por Fernando Álamo, pintor y vecino de Las Canteras

Las ensoñaciones de un paseante solitario en Las Palmas de Gran Canaria.

Dignísimas autoridades, señoras y señores:

He elegido el título Las ensoñaciones de un paseante solitario emulando a Jean-Jacques Rousseau, con la coda en Las Palmas de Gran Canaria, porque de la misma forma que él mientras pasea se va preguntando acerca de la vida, yo quisiera hacer un recorrido no sólo por mi vida en esta ciudad, de la que hoy tengo el grandísimo honor de ser pregonero del 536 aniversario de sus Fiestas Fundacionales, sino por los hitos que conforman mi memoria más reciente, que de manera directa o en ocasiones sesgadas tienen a Las Palmas de Gran Canaria como protagonista.

No esperen de mí un discurso historicista. Como es conocido, no es mi labor habitual expresarme a través de la palabra, y además hay personas muchísimo más preparadas y sabias que este hoy improvisado orador.

Tendría alrededor de diez u once años cuando vine por primera vez a esta capital, también era la primera vez que salía de Santa Cruz de Tenerife. Vine a competir en una prueba de natación; también era la primera vez que me alojaba en un hotel, fue en el desaparecido Hotel Cairasco en la plaza del mismo nombre, plaza que posteriormente se convierte para mí en uno de los lugares que cuando algún amigo o personalidad viene a visitarme le enseño con muchísimo gusto, ya que allí se encuentra un monumento arquitectónico que en mi vida personal es de importancia relevante, no sólo porque en él sucede un acontecimiento fundamental en años posteriores como narraré más tarde, sino porque los autores del proyecto al que me refiero tienen muchísimo que ver con mi familia, me refiero al Gabinete Literario y a sus arquitectos, Fernando Navarro Navarro y Rafael Masanet Faus, bisabuelo y abuelo respectivamente de mi mujer.

Como decía, me alojé en el Hotel Cairasco, de aquellos días, todavía permanece en mi memoria el sabor del queso que nos sirvieron como postre, era mi introducción al mundo de la cocina, que ha perdurado con el tiempo.

Entonces no sabía de la importancia de Bartolomé Cairasco de Figueroa, padre de toda la literatura canaria y de su inmortal Templo Militante, uno de cuyos poemas, junto a otros de Domingo Rivero, Manuel Verdugo, Tomás Morales, Saulo Torón, Nicolás Estévanez, Pedro García Cabrera, Alonso Quesada o Agustín Espinosa, ilustramos Manolo Padorno, Pedro González, Lola Massieu, Paco Sánchez, García Álvarez, Carlos Matallana, Ernesto Valcárcel, Juan Gopar y yo mismo en la edición del tomo Archipiélago, publicado en Madrid en 1999 por Ediciones Estampa, para la Presidencia del Gobierno de Canarias.

Siguieron años en los que era habitual venir a esta ciudad en varias ocasiones a lo largo de toda mi juventud y vida deportiva, para competir en pruebas de natación, en el Club Natación Metropole, en la piscina de Julio Navarro o en el Real Club Náutico; la estancia solía ser en el antiguo hotel Metropol donde hoy se encuentran las oficinas municipales, en el desaparecido Hotel Ballesmen, en el aludido Hotel Cairasco o en alguno de los apartamentos ubicados en la zona del puerto, en la calle Luis Morote y aledañas; aún conservo en mi olfato el olor a cocina internacional que se respiraba en esos lugares, todo un símbolo del auge y la importancia turística que ya entonces disfrutaba la capital grancanaria, el olor a mar por la cercanía de la playa, la diversidad de tipos y razas habituales en sus calles, lo variopinto de su gente y de sus tiendas, ese aire de libertad que ya se empezaba a notar, ese aire cosmopolita y un tanto canalla; ya desde joven empecé a darme cuenta de ese carácter distinto que se respiraba en esta ciudad, que en años posteriores tuvo su gran eclosión con el advenimiento de la tan deseada democracia y que sin duda inclinó la balanza para que optase por vivir aquí.

En 1977, después de mi matrimonio, nos mudamos desde Tenerife a esta urbe, aquí han nacido mis hijos y mi nieta, ya había hecho anteriormente alguna exposición en la entonces llamada sala Conca 2, ubicada en lo que más tarde fue la Galería Vegueta en la plaza del Pilar Nuevo, también había participado en una exposición que en esos años fue muy importante para Canarias: me refiero a Guadalimarte de Canarias, organizada conjuntamente por la revista Guadalimar, de gran importancia histórica en el panorama del arte español de esos años, y por uno de mis amigos más cercanos hasta la fecha de hoy, con el que comparto muchas tardes de tertulia en la cafetería alemana del parque de Santa Catalina, cada vez que tenemos ocasión de coincidir; hablo de Juan Jesús Armas Marcelo, organizador junto a los hermanos Octavio y Antonio Zaya de esta exposición celebrada en la casa de Colón y en la antigua Galería Balos.

Con los hermanos Zaya fundo y diseño posteriormente una revista que tiene una gran incidencia en el mundo del arte contemporáneo de Canarias, la revista Blanco, de la que desgraciadamente solo se editan dos números. Como consecuencia de la publicación de esta revista es posible traer a la galería Vegueta la obra de artistas internacionales que en ese momento pasaron desapercibidos para casi todo el mundo, y que hoy tienen muchísima importancia en la historia del arte contemporáneo mundial, hablo de George Maciunas, de Ray Johnson y del grupo aglutinado en torno a Fluxus; quienes vieron esta exposición saben de lo que hablo.

A raíz de una exposición personal llamada Para Marcel celebrada en la antigua Galería Vegueta, coincido con Lorenzo Godoy, una de las figuras de la danza con la tuve el placer de trabajar, desgraciadamente desaparecido muy joven, pero que dejó una profunda huella artística con el Ballet Contemporáneo de las Palmas.

Con este Ballet y Lorenzo Godoy creamos un espectáculo llamado David el último, que se representa en el Teatro Pérez Galdós y que tanta influencia tuvo en mi obra posterior; su temprana muerte acabó con otros proyectos que no pudieron realizarse. Un año más tarde, hice junto al Ballet Contemporáneo de las Palmas su homenaje en este mismo teatro, y tuve la suerte de asistir emocionado al aplauso del público cuando se levantó el telón en uno de los números. Fueron años agitados y de gran creatividad que dieron pie posteriormente a otras exposiciones.

En estos años, mis paseos se trasladan de ubicación, soy muy afortunado al mudarme a uno de los sitios que creo mejor definen la personalidad de esta ciudad, que tiene el lujo de presumir de la que seguramente será una de las playas urbanas mejores y más hermosas del mundo; naturalmente que hablo de la playa de Las Canteras, lugar al que tengo la suerte de trasladar mi residencia y también mi estudio, en el que trabajo en varias exposiciones que más tarde partirán a lugares como Jerusalén, Madrid, Basilea, Munich o Nueva York. De esta etapa deriva mi gusto por una pintura escenográfica plasmada en grandes espacios y superficies.

De este taller sale una de las primeras colaboraciones directas con la vida festiva y cotidiana de Las Palmas de Gran Canaria; me refiero al encargo del cartel para el Carnaval de 1985 y a un trabajo casi escenográfico en El Refugio para esa misma edición del Carnaval.

En el año 2005, en una noche de ensoñaciones hago cabalgar sobre uno de los perros de esta plaza de Santa Ana al ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, con motivo nuevamente del encargo del cartel anunciador del carnaval, dedicado ese año a su ilustre figura.

Tengo la suerte de disponer más tarde de una de las salas de arte más grandes y visitadas que jamás había soñado; estoy hablando de esos enormes lienzos que me encargaron junto a otros artistas, para embellecer las paredes medianeras de la Playa de Las Canteras, retazos de los cuales aún permanecen. A raíz de este encargo, doy forma a la que tal vez sea por su volumen la mayor pintura que nunca antes había realizado; hablo de los gigantescos tomates y verduras que se veían a lo lejos mirando desde San Cristóbal hacia el muelle de La Luz, y que estaban ubicados en el antiguo edificio de la Federación de exportadores de tomates; tal era su volumen, que en la prensa inglesa de la época se planteaban reproducirlo en el Covent Garden de Londres, me imagino más por su volumen que por otra cosa, tal vez querían entrar en los records Guinness.

A finales del pasado año pude colaborar con la rehabilitación de otra zona emblemática del puerto, en la calle Olof Palme, donde realicé un mural enfrente de la Iglesia del Cristo, y posteriormente todo el material gráfico de esta acción se pudo ver en la exposición que mostré en el Centro Atlántico de Arte Moderno.

Una de las cosas que más me llenan de orgullo en mi vida profesional tiene mucho que ver con una demanda que durante años fue un clamor en la sociedad grancanaria; felizmente tuve la suerte de aportar mi pequeño grano de arena para celebrar la creación de la tan demandada Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, mediante la creación de su medalla conmemorativa, basada en un dibujo del ilustre Leonardo Torriani. Y en cuyo Rectorado años más tarde realicé una de las exposiciones de mayor impacto en mi obra posterior, la que dediqué a la obra de Juan Ismael, al que tuve la suerte de conocer años atrás en su casa de la calle 1º de Mayo, donde tuve otro estudio que daba puerta con puerta con el del pintor Baudilio Miró Mainou, uno de mis amigos más queridos.

El tiempo dirigió mis pasos a otra zona de esta capital, pues trasladé mi taller a la calle de los Balcones; allí, enclavado justo enfrente, compartí edificio y lugar con los primeros atisbos de creación del Centro Atlántico de Arte Moderno.

Hace ya una década, mis pasos vuelven al Puerto, al barrio de la Isleta; allí instalo mi nuevo estudio, a la sombra del campanario de la Iglesia de La Luz, donde el ilustre imaginero Luján Pérez talla sus santos y vírgenes, y donde aún resuena el eco de las batallas contra Francis Drake o Pieter van der Does.

Allí, entre otras cosas, me cabe el honor de ser nombrado Hijo Adoptivo de Las Palmas de Gran Canaria en el año 2010; para festejar tal distinción le dedico 532 Flores en su Gabinete Literario, una flor por cada año que cumplía desde su creación en 1478 por Juan Rejón, flores recogidas en Berlín, en Basilea, en Caracas, en Dakar, en Madrid, en Buenos Aires, en Washington, en Nueva York, en Jerusalén, en La Habana, en Málaga, en Tenerife, en Viena, en Lisboa, en Oporto; recogidas en todos estos lugares para esta ciudad abierta, leal, cosmopolita, libre, multicultural, donde casi todo es posible, donde cada mañana tomo café con mis amigos libaneses, donde pasear por sus calles te permitía hace unos años viajar a la India, donde hoy en día parece que paseas por Chinatown, donde si vas a Ciudad Jardín puede ser probable tomar el té con Agatha Christie o es posible imaginarte a Camile Saint-Saëns buscando animales para su Carnaval, donde si vas a Vegueta y visitas el Museo Canario te codeas con René Vernau, el Doctor Chil o Manolo Millares, donde aún resuena en sus salas el paseo que diste por ellas con Bruce Nauman y con Sigmar Polke antes de viajar a Munich, donde recogiste aves exóticas para el cielo del Guiniguada, donde pudiste mirar a sus riscos con la mirada encendida de Jorge Oramas, mientras jugabas media hora a los dados con Agustín Espinosa, desde donde Colón partió en busca de especias y volvió con un continente, desde donde Galdós llevó el habla canaria a nuestra lengua, donde te empapas del Caribe colonial, donde un día cualquiera oyes hablar en cualquier idioma, donde Alfredo Kraus se pregunta ¿Por qué me despiertas?, donde tus hijos han jugado al olor de las sebas en la playa, al aroma del salitre en el Atlántico Sonoro de Tomás Morales, del trasatlántico de Alonso Quesada, de la quietud y la tempestad de Néstor.

Es un paseo en fin por una ciudad, donde todos hemos crecido en esta variopinta Babel que nos llena de orgullo por su libertad y su propia naturaleza urbana, lo variado de sus gentes y sus razas, lo solidaria cuando ha sido necesario; por su carácter abierto, que hace ya casi cuarenta años me permitió mirar sin nostalgia al horizonte, que se ve a lo lejos, allá, en otra isla, pero uno al fin y al cabo va adonde sus pasos lo llevan en este paseo tan maravilloso, que es la vida.

Felices Fiestas Sanjuaneras.

Muchas gracias.

Buenas noches.

Fernando Álamo

Las Palmas de Gran Canaria a 9 de Junio de 2014

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