Ya se oye el run run de las olas
que sin descanso suben a lamer la arena
y dibujan con sal en la orilla serpentinas ondulantes.
Rompe el horizonte azul su barra de piedra,
que emerge del agua cuando la marea vacía,
para luego sumergirse y volver siempre a salir.
Observa firme y serena la Peña de La Vieja,
como la barra chica se llena de charcos vivos
de caracoles, lapas y pececillos.
Su larga avenida la atraviesa,
llena de bullicio en verano y de turistas en invierno.
De punta a punta recorre su contorno,
invitando a paseos largos a extraños y a propios.
En la Cicer los surferos montan sobre sus tablas,
buscando la ola más grande para cabalgar sobre sus lomos.
El auditorio Alfredo Kraus mirando al norte y proa al viento,
original en su arquitectura va marcando el final del trayecto.
Escuchando el arrullo del mar que baña mi hermosa playa,
en La Puntilla sus coloridas barcas varadas toman el sol.
Mientras la Virgen del Carmen contempla en su hornacina,
a los niños haciendo castillos entre risas y espuma.
Con sus olas encrespadas
resonando a lo lejos,
como novia engalanada
que a su novio espera,
haga frío, calor o truene,
me aguarda siempre fiel,
mi playa de Las Canteras.
Por Octavio Quevedo Ley.
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