Cuando los reprimidos varones nativos descubrieron que , además de sus racionadas y aburridas dosis de jolgorio marital, echándole cara al asunto, podían obtener “algo más” con las alegres nórdicas que los chartes acarreaban masivamente en vacaciones desde sus fríos países, se dejaban caer por los “Vi Tua” y similares locales de la noche adonde estas mujeres acudían a bailotear, borrachas de lejanía, de libertad, de sol y de whisky, y se vivían fugaces idilios y, hasta arrugadas pero dinámicas abuelas calentorras de ojos azules eran cortejadas –por medio de gestos, claro- por tíos que podían ser sus nietos y entonces ellas, halagadas, correspondían pagando las consumiciones.
Manolo Padrón