Desde tiempos inmemoriales, los charcos de Los Lisos han sido un lugar de juegos para generaciones de chiquillos. En la foto, Robert Hiller muestra desde muy temprana edad su amor por el mar y los barcos; su destino estaba escrito y se convirtió en un auténtico lobo de mar.
La familia Hiller, de origen alemán, aún mantiene una residencia en la calle Torres Quevedo, abierta hace muchas décadas.
Durante muchos años fueron propietarios de la recordada Dulcería Alemana, situada en medio del Parque Santa Catalina.
En la foto, de mediados de los años 50, podemos distinguir los edificios de entonces entre las calles Franchy Roca (que era un callejón en aquella época) y Nicolás Estévanez.
Foto perteneciente a la colección de la familia Hiller.