Las hacíamos con cañas; partidas longitudinalmente (de arriba abajo). Confeccionábamos la cruceta correspondiente amarradas con hilo carrete. El papel creo recordar que era de periódicos, de papel fino de colores o de papel “debaso”, aquel que venia con cachillos de madera pegados y tenia un color terroso o canelo clarito. El rabo lo hacíamos de trozos de trapo de diferentes colores (parecían las banderas de la ONU). Cuando había poco viento teníamos que echar a correr tirando de ella y terminábamos resollando, con la lengua fuera y enchapados de sudor. A todas estas la cometa a lo mejor no se había levantado del suelo ni un metro.
El papel de la cometa, casi se me olvida, muchas veces lo pegábamos con migas de pan humedecidas o papas sancochadas y escachadas. Teníamos que emplear un poco la imaginación debido a la escasez de medio y de infraestructura. Igualito que ahora.
Texto y dibujo: Vicente García Rodríguez
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