Dos días de bandera roja por marejadilla en Las Canteras. Las olas hasta de cuatro y cinco metros en La Cícer limpiaron bien la arena seca que está pegada al muro pero no encontraron, por suerte, ningún bañista temerario que llevarse a la boca.
La prohibición del baño por fuertes olas ha sido una buena medida porque se evitan riesgos innecesarios de bañistas aventureros y voluntarios socorristas: el aventurero no es el señorito del socorrista. Aunque parezca mentira, el amor al riesgo se confunde a veces con el amor al mar. No hace muchos meses, en la pasada marejada los socorristas de la Cruz Roja y los servicios de rescate y emergencia se vieron en el trance de tener que salvar a un joven en la zona de los Nidillos –más allá de la “portada” de la barra- y de intervenir con la zodiac en otros rescates poniendo en riesgo, claro está, su propia integridad. Entonces nosotros escribimos que los jóvenes socorristas no están para jugarse la piel porque sí, por un capricho o por una niñería.
Esta vez no ha habido que intervenir en la mar –como mucho tocar el pito desde el puesto o la escalera- porque se ha hecho efectivo con la bandera roja aquello de que más vale prevenir que curar. Y además por un par de días que esté uno de secano tomando el sol en la arena o con una birrita en una terraza del paseo tampoco pasa nada.
Luis del Río García
En el Paseo, a 18 de febrero de 2011