“Cuando dos caminos se separan… toma aquel que se dirija a la playa”. Hannah McKinnon

Ambiente primaveral. Cielo precioso

Panza, panza y más panza .

La panza de burro -¡qué nombre tan sugerente, por cierto!- es, como todos sabemos, este mar de nubes grisáceas y plomizas que nos chafan en verano el cielo azul de la ciudad, como un toldo indeseado. Pero la panza de burro, es también el palio que protege de las inclemencias del cielo a los benditos playeros, los cuales se purifican en la sagrada playa canariona de Las Canteras.

Este año la panza se nos ha echado bien encima desde julio; no sabemos si el burro en cuestión ha decidido descansar de su larga andadura por la ruta de los alisios o simplemente se ha puesto a tomar el sol que a nosotros nos hurta, dejándonos a “sotasol”; en cualquier caso, no termina de marcharse hacia la cumbre y de dejarnos en paz, como le correspondería (acaso esté esperando a la romería del Pino). Por eso anda el personal playero con este asunto un tanto descorazonado sin querer pisar la arena y menos aún meter un pie en el agua; sin embargo, los playeros patanegra, que conocen muy bien las ventajas de este mar de nubes, aprovechan para disfrutar en estas fechas de una playa con poca gente y con el agua menos fría de lo que parece.

Sé que hay opiniones para todos los gustos acerca de la panza de burro, porque pocos temas son tan polémicos en esta ciudad como este. Por mi parte, aunque reconozco el lado bueno de que el temido sol no nos casque a plomo, yo me quedo con el cielo azul y algunas nubes blancas de algodón pasando suavemente.

Amemos, no obstante, nuestra panza de burro.

Luis del Río García

El Charcón, a 28 de julio de 2010

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