Levantados entre los años 1940 y 1942 desde el mando de Canarias delegado en el General Ricardo Serrador, hoy cada playa, cala y rada de las islas principales posee un nido de ametralladoras con batida completa (aún se conservan más de 350).
Sus dimensiones eran un metro y sesenta centímetros de largo por noventa de ancho en el caparazón. Su peso se aproximaba a unos trescientos kilogramos.