Tarde con claros, algo calimosa. Precaución con el mar y sus corrientes. Se están viendo algunos veleros, pequeña aguavivas inofensivas. Más datos y observaciones 

El progreso.

Quizás una de las canciones más ecológicas que existen en el mundo y que expresan la preocupación por el paulatino deterioro del planeta en el que habitamos desde hace millones de años, es la interpretada hace décadas por el cantante brasileño Roberto Carlos. Ahí destaca la acción tan negativa de gobiernos y de seres humanos en general, El artista manifiesta su deseo por “aplacar una fiera terrible”, que no cabe duda que se refiere al ser humano, el gran depredador, especialmente los depredadores institucionalizados. Y expresa además la idea de transformar “tanta cosa importante”, y de sentir otras tantas que le hagan sentir bien con él mismo.

Se lamenta de la contaminación que surge por todos lados, de que el llamado “oro negro”, no sea otra cosa que “un negro veneno”o del verde que desaparece para dar lugar a los desiertos. Le encantaría navegar por los mares sin encontrar manchas de petróleo o de otros residuos que están convirtiendo en cloaca a los océanos. Le agradaría no ver cómo desaparecen las ballenas y otras animales, “por faltas de escrúpulos comerciales” También le placería “ser civilizado como los animales”, y que no existiera el comercio de armas ni que nadie muera debido a las guerras, ni que desaparezcan los peces de los ríos. Defiende que no está en contra del progreso, pero sí que existiera un buen consenso para desarrollarlo sin causar más daño a este mundo.

Yo diría que si esa canción penetrara en la mente de quienes dirigen las naciones de la tierra, de los industriales, de los políticos locales y nacionales, estaríamos a tiempo de corregir los errores que nos han llevado a esta situación; que nos han traído enfermedades nuevas, que nos amenaza con cambios climáticos, y cataclismos que se extenderán a toda la faz de la Tierra, como un preámbulo apocalíptico.

Seguramente si Roberto Carlos hubiese estado en Canarias se habría lamentado de ese desarrollo de construcciones turísticas, sin consenso, sin planificación y sin sostenibilidad”. Se habría lamentado de los ataques sufridos por parajes naturales como las Dunas de Maspalomas, las de Corralejo, algunos de nuestros barrancos; la mayor parte de nuestras costas (invadiendo impunemente terrenos de dominio público e incluso, yacimientos aborígenes) y otros más que quedan en el tintero. Se habría lamentado de la muerte de algunos de nuestros bosques, y de la agonía de los Tiles, el último vestigio del Bosque de Doramas. De la horrible metamorfosis del hermoso Valle de la Orotava que una vez contempló y casi adoró el naturalista y viajero alemán Alexander Humboldt. Y se habría arrancado los cabellos ante la última parida del Gobierno de Canarias con sus directrices sobre ordenación del territorio turístico, contestada por todos los estamentos sociales de este archipiélago. Y habría lamentado que tras la muerte del defensor a ultranza del medio ambiente de la isla de Lanzarote, César Manrique, empresarios y dirigentes sin escrúpulos, se hayan dedicado a deshacer las iniciativas conservacionistas que había desarrollado este artista en la isla conejera.

Termino sin resistir la tentación de recordarles los sentimientos que se expresan en esta valiente canción:

Yo quisiera poder aplacar

Una fiera terrible.

Yo quisiera poder transformar

Tanta cosa imposible.

Yo quisiera decir

Tantas cosas que pudieran

Hacerme sentir bien conmigo.

Yo quisiera poder abrazar

mi mayor enemigo.

Yo quisiera no ver tantas nubes

oscuras arriba

Navegar sin hallar tantas manchas

De aceite en el mar

Y ballenas desapareciendo

Por falta de escrúpulos

Comerciales.

Yo quisiera ser civilizado

Como los animales.

Yo quisiera no ver tanto verde

En la tierra muriendo

Y en las aguas de ríos los peces

desapareciendo.

Yo quisiera gritar que

ese tal oro negro

No es más que un negro veneno.

Ya sabemos que por todo eso,

Vivimos ya menos.

Yo no puedo aceptar ciertas cosas

que ya no comprendo.

El comercio de armas, de guerra,

de muertes viviendo.

Yo quisiera hablar de alegría

En vez de tristeza, más no soy capaz.

Yo quisiera ser civilizado

Como los animales.

Yo no estoy contra el progreso

Si existiera un buen consenso.

Errores no corrigen otros,

Eso es lo que pienso…

José M. Balbuena.

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