Así lucía Las Canteras durante las Navidades de los años setenta y ochenta. Los turistas disfrutaban del sol invernal bajo la sombra de un imponente pino natural de origen sueco.
En esos diciembres, la playa se veía abarrotada de visitantes, principalmente escandinavos.
El gigantesco pino era importado directamente de los bosques de Suecia, donado por la comunidad escandinava residente en la ciudad. Decoraba el paseo de Las Canteras con sus ficticios regalos, situado a la altura del balneario “Reina Isabel”.
Cada año, esta imagen de una playa de Las Canteras rebosante de vida en Navidad ocupaba la portada de numerosos periódicos nacionales e internacionales.
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