“Cuando dos caminos se separan… toma aquel que se dirija a la playa”. Hannah McKinnon

Ambiente agradable

Independence of the Seas.

“¡Oh, capitán, mi capitán!” (Walt Whitmann)

Alguien debería decirle al comodoro del Independence of the Seas (cuando vuelva el día veintidós) que si el atraque está programado por la Autoridad Portuaria a las ocho de la mañana y anunciado a bombo y platillo por la prensa local, aunque se tenga un barco “supersónico” y se llegue a las siete y media, no se puede entrar antes por la bocana del puerto, hay que esperar a que sea la hora. Que los naturales hemos sido invitados al circo del más difícil todavía de la moderna ingeniería naval.

Sucede que uno madruga el domingo para llevar al niño al Muelle Deportivo (porque se lo ha estado pidiendo toda la semana) a ver entrar desde el faro del espigón a este bello titán de los mares y cuando llega a la barandilla de Alcaravaneras medio dormido y ve atracado ya de popa al crucero, sobresaliendo la Base Naval, se le queda cara de tonto. Pero es igual, no da el madrugón por perdido y echa a caminar con el niño por Santa Catalina Park hasta la antigua y misteriosa estación del jet foil y allí, asombrados ante sus 339 metros de eslora, junto a los otros curiosos madrugadores, contemplan la inmensidad del “hotel flotante”, le hacen unas fotos con la cámara digital de bolsillo mientras los primeros guiris en pantalón corto se van subiendo a las guaguas discrecionales y a los taxis que los llevarán a ver la isla.

Alguien también debería decirle al comodoro o a quien corresponda que caminar por la ciudad un domingo con las tiendas cerradas y la gente durmiendo en su casa no tiene ningún sentido, my friend; que es preferible subirse a la guagua turística de la ciudad o a las que te llevan a dar la vuelta a la isla: Teror, Maspalomas, Agaete. ¿Qué interés turístico puede tener ver Mesa y López un domingo por la mañana? ¡Ninguno! Incluso para esos turistas trotamundos curtidos que pasan de rutas programadas do quiera que van y quieren conocer la ciudad a pie. O si no, que vengan el sábado u otro día.

Y alguien debería decirle al comodoro aquello de “gracias por venir” (que decía la castiza), por sumarse a la larga lista de grandes transatlánticos que nos están visitando e inmortalizan su bella estampa en nuestro horizonte marino.

Mas, “oh, capitán, mi capitán”, zarpó con puntualidad británica el Independence of the Seas.

Luis del Río García.

En el Noray, a 11 de mayo de 2008

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