Y sin Cruz Roja en Peña La Vieja.

Mañana de playa a tope de gente, si bien el mar bravo y subiendo. Las fuertes olas remontaban la cresta de Peña La Vieja y la burbujeante espuma iba llegando con fuerza al muro, como una lengua que lamía los tobillos de los numerosos paseantes. Subió tanto la marea que el Paseo se llenó de gente como en una romería. Había que darles la mano a los niños pequeños para que no se perdiesen entre el gentío.

Con todo, había quienes se estaban bañando, que no querían irse sin darse un buen remojón. Muchos eran niños, sacados de sus casas por sus padres para que tomaran el aire y dejaran de ver la tele. Otros, tumbados en la arena, recargaban pilas para la semana que viene. En la orilla, los padres vigilábamos a nuestros intrépidos hijos, que querían darse un buen remojón. El mar reculaba dando confianza y de pronto volvía una racha de olas envolventes, peligrosas.

“¿Qué bandera habrá ahora: verde, amarilla o roja?”, me preguntó un niño. Miramos hacia Peña La Vieja y cuál no sería nuestra sorpresa al comprobar que no sólo no había bandera en la playa sino que tampoco estaba el torreón de la Cruz Roja ni ninguno de sus componentes. ¡Asombroso! ¡En un día como este!

En fin, aunque el verano no ha llegado todavía, es inaceptable que en la playa de Las Canteras no haya vigilantes de la Cruz Roja con toda esta gente y esta mar.

Y por si fuera poco, las aguavivas.

Luis del Río García.

En El Charcón, a 20 de abril de 2008

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