Tras el anuncio de Nardy Barrios, concejala de Vías y Obras, de restaurar el juguete del viento de César Manrique, sito en La Puntilla, esta web no ha tardado en proponer que la restauración alcance a la totalidad de las esculturas playeras, incluyendo el “huérfano conjunto hombre-avión-pájaro”: ¡Buena idea!
El móvil no se mueve por el churretoso óxido que lo ha esclerotizado durante años de abandono. La madera carcomida del conjunto hombre-pájaro-avión está a puntito de deshacerse. A los guanches de Playa Grande churretes de salitre y suciedad les bajan desde las axilas sin que nadie ponga remedio. El pescador perdió su nasa tiempos ha. A la Mary Sánchez de bronce le birlaron la placa conmemorativa. Etc.
Pero ahora quiero detenerme especialmente en los nadadores de Panadero. Por su estado actual, se ha convertido en un verdadero estorbo en medio del paseo a la altura del Hotel Sansofé, un enorme cajón metálico irreconocible como escultura. He pasado en varias ocasiones con visitantes que se sorprendieron sobremanera cuando les dije que aquellos relieves eran nadadores, y todo por el estado en que se encuentra.
La cuestión es: o conservamos las esculturas urbanas en buen estado o mejor las retiramos. No tiene ningún sentido instalar esculturas en el Paseo de Las Canteras o en La Puntilla, por ejemplo, y después desentenderse de ellas, como sucede con el móvil inmóvil de César o los nadadores de hojalatal hojalacual. Las únicas esculturas de la playa que se conservan en buen estado son las de arena y las del Auditorio, ¿por qué? En este caso, la responsabilidad de la conservación y protección es indudablemente de la Administración “competente”, pero también en el fondo de todos los ciudadanos, que debemos respetarlas y exigir que las autoridades las cuiden.
Esta, la conservación, es nuestra asignatura pendiente (¿Educación para la Ciudadanía?).
Faro del arte canario, ¡que vuelva a girar e iluminarnos el móvil manriqueño!
Luis del Río García.
En La Puntilla, a 13 de abril de 2008