Foto: Jardín Atlántico de Sira Ascanio
Los poemas van y vienen.
Desde las playas de la memoria
golpean incesantes los guijarros.
Blancos, negros, yema, verde muaré.
Como espectros excavan los surcos
que mi alma va dejando
entre poro y poro, cabellos, huesos.
¿De qué quieres que me componga?
Te gritaré tan alto…
¡Que todo el mundo pueda oírme!
Porque la voz se me escapa,
delatora de verdad.
Los poemas van y vienen.
Yo no ceso de escuchar los tientos.
El perfume es una sirena que va a estallarme la piel.
Mudo como un animal
devorando desiertos,
con un folio sobrevivo
en espacios infinitos.
Hojas de un árbol florido cubren la sombra,
el paraíso reservado,
el patio con césped rojo de lágrimas,
donde reposan las cartas que escribí a mis hermanas
en disfraz de belleza.
Teresa Iturriaga Osa
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