“Cuando dos caminos se separan… toma aquel que se dirija a la playa”. Hannah McKinnon

Sábado de temperaturas primaverales

Carnavaleando.

Es sorprendente que una sardina se queme en el mar, ¿verdad? Pues bien, viene sucediendo en Las Canteras todos estos añitos por la gracia del carnaval; y este año bisiesto también sucederá, no crean que va a ser menos, eh.

Por lo que nos vemos obligados una vez más a hablar de la conveniencia o no de celebrar actos multitudinarios sobre la arena de la playa ˆya saben, que si las hogueras de San Juan, que a veces el Womad, “etecé, etecé”-, en especial estos de carácter tan intensamente festivos y de fuertes juergas y excesos. Uno casi llega a creer que la arena viene a ser las piedras machacadas por los ñoños de la multitud a lo largo del tiempo. No habría ningún problema en ello si contáramos con el civismo del personal, lo que a día de hoy parece una ingenua utopía: ¡esta es la madre del cordero! Mogollón y civismo se me antojan dos conceptos antagónicos, irreconciliables en nuestra realidad; si bien, puede que ahora no sea el momento más propicio para plantearse tamaña reflexión filosófica, ¿no les parece? La cosa está más bien como para disfrutar del carnavaleíto chachi en plan respetuoso con la gente y tal y dejarse ahora de rollos y machangadas.

Según la prensa canaria del viernes, el Gobierno cree que las dunas de Maspalomas morirán en unos noventa años (atinando más que el primo de Rajoy); ah, ¿pero no estaban muertas ya? Uno se asombra: las dunas son como el desierto, ¿o no? Bueno, al grano: ¿le sucederá lo mismo a la arena acumulada de Las Canteras? Si seguimos así obsesionados con los actos de masas, me temo que el riesgo se corre, amigo. Terminará muriendo la sufrida arena de la playa y habrá que llevarla a enterrar con sardina incluida vaya usted a saber adónde.

A lo que iba: cuidemos la playa en estas carnestolendas que están empezando, ¡disfracémonos de civiles!

Por cierto, ¿de qué se va a disfrazar usted? Yo de hombre rana para ver de cerca los fuegos de La Puntilla. O de hombre-pájaro-avión para volar a algún lugar desconocido, como esos vecinos de Santa Catalina que huyen del ruido nocturno y el olor a meado. O de nudista.

¡Feliz Carnaval!

Luis del Río García.

En Santa Catalina Park, a 27 de enero de 2008

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