Los aparatos gimnásticos y los puretas.

He observado que entre los usuarios del paseo de Las Canteras se ha desatado la euforia generalizada por “amortizar” (digámoslo así) los grandes y fuertes aparatos gimnásticos que el Ayuntamiento ha tenido a bien instalar en los altos del inconcluso aparcamiento de La Cícer junto a la biblioplaya.

Esta misma euforia ya se desató en el Parque Romano cuando se reabrió hace unos años. Recuerdo que un amigo mío, que llevaba años sin dar un palo al agua, quiso ponerse en forma en unos días y, tras comprarse el equipaje y demás, se metió el primer día una dura sesión de no sé cuántas vueltas al circuito del Romano. La gracia le costó una semanita de cama rigurosa con fiebrones hasta de cuarenta grados, no exagero. Y, por supuesto, no volvió a correr más: ¡faltaría!

Me da que esta euforia ahora ha cundido especialmente en la gente mayor, que son los que mejor saben lo que cuestan las cosas y cómo debe aprovecharse lo público; a veces demasiado. Y es que a cualquier hora que uno pase por allí puede ver ejercitándose, cual renovados mocetones, a varios abuelitos y jubilados haciendo esa gincana kafkiana de pedales inalcanzables, manillares enormes, balancines, mancuernas guiadas, etc. Son algunos de los que leían el periódico y hojeaban libros en la biblioplaya.

En este atardecer de calima fría y luna llena, había uno casi octogenario afanado como un péndulo de cintura para abajo no sé el tiempo y creí que se descoyuntaba el pobre señor. Cuando se bajó para acometer el circuito de las manos parecía que no podía ni caminar.

Este afán también ha alcanzado de lleno a las mamás, algunas entraditas en años, que quieren recuperar la línea en cuatro días mientras sus niñitos se columpian o se reman.

A mí también, que ya soy un pureta, viendo las canchas nuevitas de baloncesto aún con sus redes en las canastas y todo, me han entrado unas ganas terribles de comprarme una pelota y venirme a lanzar unos tiritos con mi hijo, al que le estoy comiendo el coco: ¡Hay que aprovechar! ¡Es gratis!

Todo esto de quemar el azúcar y bajar el colesterol es muy sano; para eso los han puesto, ¿no? Pero hay que ser moderado y pensar en la edad que tiene cada uno y en el tiempo que lleva sin hacer gimnasia. Las proezas atléticas a ciertas edades están vedadas y a muchos nos llega tarde la cita olímpica de China.

Por lo demás, todo este parque deportivo y recreativo de La Cícer está muy bien. Sólo falta que ¡abran! la biblioplaya y podamos ejercitar la mente, que tampoco viene mal, leyendo un libro o las noticias electorales del culebrón de Esperancita y Gallardón, la permuta del solar de Pavía y las hermosas victorias de la UD y el GRANCA, por ejemplo.

Luis del Río García.

En La Cícer, a 21 de enero de 2008

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