Como una sierpe
Se extiende Las Canteras
Una playa de cuatro arcos
Y miles de amores.
La Puntilla, su cabeza
Y el Auditorio, su cola.
Cola de cascabel,
Donde suena la música
Y se entregan con furia
Y estruendo las olas.
Son rubias las arenas
De sus primeros tramos
Y negro azabache
El coletazo postrero,
Donde se solazan
Y vibran los bravos .
E intrépidos surferos.
Como hércules rocoso,
La Barra la protege
Del enojado océano
Y la bajamar la convierte
En apacible piscina
Para solaz y disfrute
De la fiel ciudadanía.
Espacio complaciente,
Donde la paz humana
Se palpa, se siente
Y se filtra en el alma
Eternamente.
Inspiradora fuente,
Para crear belleza.
Los colores de la tarde
Anuncian su presencia
tiñendo las nubes lejanas
ayudando a morir al día.
Surgen luces y sombras
Reflejos y arrullos
Como preludio sonoro
De una noche serena
Plena de ardiente amor
Teniendo por compañero
El murmullo de la mar.
Paraje natural,
Por su encanto deseado,
Conocido en el orbe
Entero.
Ideal para el encuentro
Ágora multirracial,
Donde nadie se siente
Extraño.
Entre bellas melodías
Brama el duro oleaje
En sus idas y venidas.
Gente que pasea o corre
Gente que va a nadar,
Los mimos de los alisios
Nadie los va a olvidar.
La luna que se proyecta
Como foco celestial
Apaciguando a las olas,
Acariciando a la mar.
José M. Balbuena Castellano