Cuando se aproxima diciembre, el frío me hace más silenciosa y me lleva a deambular sobre recuerdos…
Los preparativos de la Navidad tenían la finalidad de alzarse como un grito, una llamada a un personaje que colmaría nuestros sueños. Ese gran anhelado era Papá Noel, el hombre gordo con barbas blancas…
Por fin llegaba la noche, mi habitación parecía estar más cerca de la playa de Las Canteras. La humedad recorría la estancia y su sonido se colaba como un grifo abierto. El mar también estaba en fiesta, cantaban y bailaban los cuerpos entre olas de encajes y muselinas…
De pronto tocando una ruidosa campana se presentaba en medio de un silencio majestuoso; enseguida se acercaba a cada uno, mientras lo observábamos con cierto temor y picardía. Sin prisas y con aire de bondad se inclinaba ante nuestro árbol de Navidad y con mucha solemnidad depositaba a sus pies numerosos regalos, colmando las aspiraciones de todos los que nos hallábamos en el lugar.
Escondida tras los pantalones de mi padre lo miraba mientras se despedía y ahora, al paso de los años, todavía estoy poseída por ese hombre del que no estoy segura de que fuese de carne y hueso.
Feliz Navidad.
Rosario Valcárcel
Fragmentos de “La Peña de la Vieja y otros relatos”
Ediciones Anroart