El Queen Elizabeth 2, uno de los transatlánticos con más glamour del mundo, atracó esta mañana en el Muelle de León y Castillo junto a los contenedores de OPCSA.
Nosotros, que siempre que podemos madrugamos para verlo entrar por la bocana desde el espigón del Muelle Deportivo, achacábamos a las primeras luces del día lo que estábamos viendo: tras la lenta maniobra de atraque evitando los veleros fondeados que dormían, el Queen, majestuosa ave marina, tocaba puerto en el dique León y Castilo como si de un carguero más se tratara; y no en el Santa Catalina, que es lo habitual en estos casos y lo más apropiado por su cercanía con la ciudad.
Bien es verdad que detrás del Queen entraron dos cruceros (uno tan grande o más) que ocuparon justamente la línea de atraque del Santa Catalina por ambos lados, pero eso no quita para que al Queen se le dé un trato acorde con su categoría. A nuestro modesto entender, es un lujo para Las Palmas de Gran Canaria el que venga a la ciudad con cierta frecuencia, lo que no sucede en todos los sitios, por cierto. Nos consolaba pensar, eso sí, que sus pasajeros tendrían buen tiempo.
Al mediodía, movido por un cierto espíritu romántico, cogí mi viejo coche y me fui a ver con la familia al viejo barco de la Cunard. Por el laberíntico puerto vagaban como perdidos algunos turistas intrépidos de los que gustan conocer a pie y por sí solos las ciudades que visitan. Cuando dimos nosotros con el barco –que lo nuestro nos costó-, resultó que éramos los únicos curiosos y que una valla impedía acercarse a él; sólo las guaguas y los taxis podían hacerlo para recoger a los turistas y llevárselos –suponemos- a la típica vuelta a la isla. Allí no vimos ni un puesto de flores ni un pequeño grupo folclórico a modo de bienvenida, por decir algo.
A lo mejor cuando se recupe la Base Naval algún día y se aclare de quién son las competencias de la Autoridad portuaria, quede tiempo para pensar en darle una línea de atraque más adecuada a todos los transatlánticos y cruceros. Pero mientras, esta ciudad, que se declara turística, no debería descuidar estos “detalles”.
Luis del Río García.
En el Muelle Deportivo, a 3 de noviembre de 2007
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