Sensaciones de atardecer

Es el atardecer del 23 de Septiembre, la marea está a medio camino, debe estar bajando a juzgar por la huella húmeda sobre la arena. Me he detenido a la altura de la Peña de La Vieja de nuestra Playa de las Canteras y apoyado en la baranda me he dedicado a contemplar el entorno.

La Peña está algo mustia, como triste. El sol semiocultado por las nubes no le proporciona brillo alguno y en sus laderas no se produce esa reflexión que tanto me ha gustado siempre. las olas sin fuerza apenas baten su contorno, podría decirse que la circundad por compromiso.

En su punto álgido una gaviota se pavonea como estableciendo su efímero territorio, está erguida vigilando a derecha e izquierda cual si fuera un centinela adiestrado. Un solitario nadador parece querer acercarse braceando tímidamente, seguramente un extranjero dada la hora, la gaviota le observa fijamente y al percibirlo el nadador da media vuelta, no quiere competir con el animal por el asentamiento, es una rasgo de educación, tal vez de nobleza.

Me pregunto a que puede deberse a1quella tristeza percibida por mi en la roca, nunca me pareció en tal estado de ánimo. Analizo fecha, mes, fase de la luna, y demás factores y la conclusión sólo puede ser una, hoy es el último día de verano y la roca sabe que en adelante será menos visitada…

Pero sobretodo no podrá, hasta pasado mucho tiempo, volver a ver a esos niños que sobre la arena erigen sus castillos en los que sitúan a sus imaginarios soldados, y pozos de ilusión donde vierten el agua que transportan en sus cubitos playeros. Esos niños que constituyen la alegría de la playa y en los que se centran las miradas amables de todos.

Las rocas también deben tener sus sentimientos de piedra y se deben agrietar cuando sufren. Esta Peña ha contemplado millones de niños y algo madre debe sentirse. Por eso está muda y retraída.

No te preocupes, Señora de la Bahía, los que una vez fuimos niños circularemos por tu Avenida, tal vez algo más abrigados, pero eso no será obstáculo para que te sigamos dirigiendo nuestra mirada afable y enviando a través de la bruma nuestro abrazo de amigos eternos. Te lo mereces.

La gaviota acaba de abandonar su puesto de mando y la noche comienza a apropiarse de la bahía, las luces hacen su aparición allá a la izquierda por Tinoca y también comienzan a destacarse en la Puntilla, mientras un dulce aroma de algas invade el ambiente y a lo lejos un timple desgrana melancólicamente las notas de una folia……. canaria…….

Septiembre 2007.

José Luís Guijarro Ríos.

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