Me acuerdo de ver el Teide, en mi infancia lagunera, sobresaliendo por encima de las nubes del invierno y el trajín cotidiano de la gente, como si dijera: “Esto no va conmigo; yo vivo en el cielo. Los veo a todos: de La Graciosa a San Borondón, y conozco el secreto de la Atlántida”.
El Teide, montaña, símbolo y motivo poético. El Teide lo cantó magistralmente el Marqués de San Andrés en el siglo XVIII (“¡Oh, cuan distinto, hermoso Teide helado, te veo y vi,”), el gran modernista Tomás Morales (“Atalaya eminente delArchipiélago Afortunado” ), Gerardo Diego y Saulo Torón desde Las Canteras, entre otros muchos.
El Teide es una montaña isla, un iceberg de lava. Acaban de nombrarlo en Nueva Zelanda Patrimonio Natural de la Humanidad, lo que supone su mayor protección. En Canarias todo lo que sea proteger espacios naturales del cemento y la presión demográfica es una buena noticia. A nuestro entender, esta política debería seguirse en las islas.
Desde Las Canteras, el Teide se deja ver tras la montaña de Ajódar los días claros y despejados. Esos bellos atardeceres en que van apareciendo las lejanas lucecitas de los coches, “sube baja” La Laguna-Santa Cruz, y en las que parece que Gran Canaria y Tenerife son una misma isla.
El Teide es además otro de los grandes encantos de Las Canteras.
¡Enhorabuena, Padre Teide!
Luis del Río García
En Las Coloradas, a 1 de julio de 2007
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