El pasado día 9 de Junio, se celebró la arriba mencionada Travesía, la cual se va abriendo un respetable hueco junto a las tradicionales que se llevan a cabo en esta bendita playa de Díos. Recorrido: Peña la Vieja, Pasadizo, la Puntilla. Distancia, 1.350 metros. Duración, unos más que otros, depende de la corriente. Participantes, casi 200. La perfecta y eficiente organización de esta Travesía, estuvo a cargo del Club Natación Altaha, de reciente fundación. O sea, novato. Su directiva no, hay mucha experiencia en estos menesteres. Entre jóvenes, menos jóvenes y los que tenemos un montón de juventud acumulada, retrocediendo años en el tiempo, podríamos llegar tranquilamente a la época en que los cabosos aún no margullaban en los charcos de los Lisos. Por cierto tenemos una página Web “los cabosos natación”. Desde aquí, gracias a todos los colaboradores que arroparon a este evento. Nosotros ponemos el alma, la ilusión…ellos ponen los trofeos, refrescos, ambrosías, información, cobertura, seguros, instalaciones, etc, etc, Sobre todo, y que quede clarito, gracias a los nadadores y al personal de tierra, eficientes soportes de control. Sin todos ustedes poco podríamos hacer. El siguiente relato fue escrito al día siguiente de la prueba. Está basado en hechos reales. Desde donde escribo, oigo y veo las olas, la Peña, las Barras, el horizonte, las nubes…la mar, la mar Oceana. Su color azul profundo, lejano. El verde transparente, por allí, por el Charcón. La Playa de las Canteras. La echo de menos cuando paso algún tiempo sin verla y sin percibir el salitre y ese peculiar olor de los mariscos. Esta playa a la que tantos recuerdos y vivencias debemos y que nos regaló los mejores años…bueno, bueno, vamos a dejar eso ahora. Ahora bien, a pesar de todo ese afecto que le tengo, sus mares me merecen un gran respeto. Algún buen sustillo me ha dado su bendita Marea. Cuando se enrabisca no conoce a nadie, atropella y revuelca todo lo que se le pone por delante. Muchas veces vemos venir a las preceptivas 6 o 7 olas seguidas que arriban con mal genio. Luego, con el mismo intervalo de tiempo, se quedan más sosegadas. El “jacío” que le llaman. Ahí te la pega. Te tiras al agua y te acomoda en sus senos, permitiéndote confianzas y todo lo que tú quieras. Pero, mi amigo, tiene unos prontos que parece que le ha picado una aguaviva. De las azules, las del rejo grande. Se revira y le entran unas prisas que te tumban. Tiene un genio y una vitalidad, a sus años, que agüita con la señora. Disculpen, creo que me he salido un poco del relato… ¡Esta dichosa playa! Bien, vamos a la Travesía. Comprobamos las inscripciones, y sobre las 12 horas nos fuimos, caminando por la orilla, desde el Club de Vela del R.C.Victoria hasta frente a la Peña la Vieja, en la arena, punto de salida. El día estaba bien. Aunque yo apostillo siempre, que los que tenemos que estar bien somos nosotros. Con salud y buen humor, que llueva y truene si quiere. ¿ O no?. La comitiva era una tirijala de cien metros de largo. No se que nos envuelve en estos eventos, que parece formarse una gigantesca burbuja con nosotros dentro, respirando el mismo aire que nos conecta en la misma onda. Conversas y bromas entre distantes edades…experiencias anteriores. Al golpito llegamos al punto de salida, la cual se efectuó al oír el bocinazo acordado con una lancha de socorrismo. Las mujeres primero. Todavía hay cortesía. Luego los hombres. Como uso y costumbre, de manera tranquila, educada y con buenos modos. Sin rebumbios ni atropellos. Igual que cuando se cruza un río, en una guerra, huyendo del enemigo después de haber tirado la escopeta. ¡Jo! Como pierdas pié y no andes listo, te puede ocurrir un desparrame cerebral. Enfilamos a la Peña y la dejamos a la derecha pasando rentito a ella y ¡hala! Rumbo a la Puntilla- con escala técnica en el Pasadizo-. La emblemática Roca me miraba con el rabillo del ojo y parecía decirme ¿ otra vez Vicente?… no le falto si no preguntarme por Wiso Y Paco Reyes….. Yo, callado. Seguro que pensó “ahí van los locoplayas de siempre con un montón de nadadores. Arrastran más que el as de oros entre ocho”. . .Seguimos la singladura y llegamos al Pasadizo. Allí fue lo bueno! Ay mi madre! Cada vez que me acuerdo… aquello parecía los rápidos de un río, pero sin indios ni canoas. La corriente la agarramos, o mejor dicho, nos agarró- y bien- en contra. Yo tomé la ruta de en medio, por encima de los Lisos. Muchos se acercaron la Barra. Problemas para algunos. Pero bueno, yo cuento mi parte. Por muy fuerte que intentara nadar, no podía. Me agotaba física y mentalmente y además, cabreado. Debajo de mí, a cuarenta centímetros, más o menos, había un erizo que avanzaba m.m. a m.m… y me adelantaba. Opté por emplear mis pasadas experiencia. A ver si me explico. Me agarraba a los mariscos como una lapa, con pies y manos. Sin bromas. Igual a como se escala una roca. Levantaba la cabeza, y cuando veía venir la ola que entraba por la boca de La Barra de Enmedio, aflojaba el fecho y aprovechando su corto rempuje me impulsaba hacia delante. Cuando la ola retrocedía por la fuerza de la contra, nuevo agarre al fondo. Así fui avanzando dando pequeños brincos de medio metro,” a cuatro patas”, hasta llegar a la bonanza. Fueron unos 15 o 20 metros. Superé el tramo y seguí mi ruta. Al principio de la corriente fuerte, había al lado mió dos jóvenes- si leen esto se acordarán- que se ponían de pié y la corriente los relingaba hacia atrás. Yo les gritaba que hicieran como yo. No me oyeron o no me creyeron. Después los vi en la meta. O sea, se salvaron. Me alegro.
Epílogo.- He cruzado nadando el Pasadizo en incontables ocasiones. Con bonanza, mal tiempo, corriente a favor o en contra. Confieso que esta vez me resultó duro, pero gracias a Dios la terminé completita nadando. El contento que sentí al llegar a la meta no se paga con nada. Nos veremos.
Apunte sobre la corriente en el Pasadizo.
Quien no la conozca se puede preguntar: ¿Como es que nadabas contra corriente y venían las olas a tu espalda, a tu favor? Bien, lo que ocurre es que las olas que vienen por la boca de la Barra, quieren entrar a la Playa Grande, pero si estamos en plena bajamar, vaciando, se encuentran la corriente de frente. Sucede pues, que las olas que entran lateralmente, llegan solo a la mitad o un poco más del Pasadizo, pues son frenadas por la contra. Entonces, antes de que la ola entrante, sobre los Lisos, pierda su fuerza, hay que aprovechar el empuje que ayuda a seguir adelante. Para más información, la próxima en el 2.008.
Vicente García Rodríguez
15 de Junio de 2007