Foto: Pepito sobre la década de los 70 ( derecha) junto a Santiago, otro hamaquero histórico.
Habíamos terminado de comer y pensábamos en una siesta con mantita, el día había sido inmejorable, cielo azul, palas en la Cícer, baño por San José y comida en la Puntilla, que más se puede pedir en esta vida? solo salud para disfrutarlo muchas veces… y de repente como parte de este paisaje tan familiar, tan cálido, aparece Pepito…,
– Si, mira! ese es Pepito, el hamaquero, le digo a mis hijas ¿se acuerdan de el?
-Ah! mamá, vamos a saludarlo!
y ese hombre fuerte, moreno y casi atemporal nos reconoce y nos estruja como siempre ha hecho al saludar
– como están mis niñas? se emociona… cuanto han crecido! si son mujeres! pero si yo las cuidaba a ustedes, y las vigilaba mientras se bañaban…..
……………
Y es que así era, este hombre entrañable y cariñoso levantaba en volandas a las niñas cada vez que llegábamos a su chiringuito y les entregaba cubos y palas, flotadores y raquetas, que allí nos guardaba, hasta el bugui dormía agazapado entre sombrillas y tumbonas.
Desde mi infancia, el formó parte de nuestro diario día de playa, saludos al llegar por la mañana, broncas por jugar sobre las hamacas, dicharachero con las extranjeras…..y buchitos de café, que traían las madres al caer la tarde y el cinquillo se imponía hasta que se escondía el sol …….. luego cuidó de mis hijas ……..y de que tuviéramos hamacas libres los fines de semana………y de que nadie nos molestara………..y ahí está feliz y jubilado disfrutando de la pesca y de los saludos de todos los que le queremos y añoramos.
Victoria González