Soñaba, cuando era niña,
surcar cielos, mares, playas,
imitando el canto lindo
que en vuelo ensayan las aves…
Anhelando ser gaviota,
mis brazos alas tuvieron,
y me desplazaba altiva
sobre El Confital, La Barra,
guiada por brisa marina
que el Teide me refrescaba.
Peña La Vieja el descanso
cuando ya extenuada estaba;
mar adentro la belleza
de los peces, de las algas,
de esta playa que yo amaba.
Cómplice de las gaviotas,
me subían a sus alas,
y quedaban allá abajo
Las Canteras, juegos, danzas…
Cerca del azul del cielo
que al mar su color prestaba
y donde todo era calma,
conversaba con mis aves.
Yo les pedía: ¡Llevadme
alto, muy alto,
donde el tiempo se detiene,
y se entrecruzan los astros;
donde se palpa la aurora
y sólo existe la hora
en que uno morir quisiera…!
Que más tarde me bajaran
junto a olas de mi playa…,
que es la más bella del mundo,
la mejor donde las haya,
y allí quedarme dormida
para siempre y arrullada.
Yo quería ser gaviota
y ellas me prestaron alas.
Anónimo.
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