“Necesito el mar porque me enseña.”. Pablo Neruda

Viernes: aviso naranja por costeros (oleaje) y aviso amarillo por viento.

Mapa de estrellas en la playa de Las Canteras

Otra vez me he parado a contemplar Las Canteras. A marea vacía, desde la arena hacia el mar: llanura de agua, azul y a azul entreverada de verde a veces, salpicada de peñas y más peñas, enmarcadas por la barra antes del horizonte (De niño, la barra era el horizonte). Innumerables peñas, constelaciones de ellas. Y lo más bonito, cada una con su propio nombre: la Peña la Vieja, la más señera , la peña del Peligro, la del Camello, la del Balcón, la Palangana, la Bandera, la Barra Chica, el Peñón, la Galleta, el Pico… Cuando voy a las playas del sur busco, inquieta la mirada, alguna peña donde reposarla. Me parece natural el cielo de noche con estrellas y la playa, de día con peñas. Me gustan el cielo y el mar, las estrellas y las peñas.

Las estrellas también tienen sus nombres: la Polar. Sirio, Alfa Centauro, Altaír, Pólux, Vega… unas seis mil, dicen los libros, son visibles a simple vista. Como a las peñas, parece que si las identificas por sus nombres te comunicas con ellas, te haces más amigo y te encuentras menos solo en este insondable, interminable y mágico universo. Me gusta, me satisface nadar hasta una peña cuyo nombre conozco y, aunque suene cursi tengo que decirlo: Me gustaría nadar hasta las estrellas y no digo “volar”, porque creo que no es eso lo que quisiera, pero sí “nadar”, bracear entre ellas, mojándole, aunque no puedo explicarte cómo se nada por el aire del espacio….suéñalo si puedes.

Remitido.

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