Dear Alcaldesa, un viaje a la profunda África.

Antes que nada desearle un agradable reencuentro con su ciudad después de sus merecidas vacaciones a lo “Memorias de África”.

Los que nos quedamos disfrutando de este atípico mes de agosto (por lo buena que ha estado la playa y la ausencia de la Panza de burro), sinceramente la hemos echado mucho de menos.

Pero bueno vayamos al grano.

Suponemos que después de unos días de vacaciones usted regresará con las pilas cargadas y con muchísimas ideas y ganas de hacer cosas.

Le proponemos una exótica visita por un territorio salvaje donde encontrará aventuras dignas de cualquier rincón de la misteriosa África.

A usted, gwana, y a su corte de “porteadores” les recomendamos que vengan muy equipados para penetrar en esta fascinante selva: mascarillas contra enfermedades tropicales, cascos preparados contra posibles lanzamientos de huevos desde los “árboles” más altos, guantes anti-infecciones, botas que protejan los tobillos ante tal cantidad de agujeros y desniveles que hay que sortear… Son cosas fundamentales para un feliz desenlace de la expedición. Ah!… se me olvidaba: no olvide de traer hombres capacitados para contrarrestar posibles ataques de indígenas.

Nuestra aventura puede empezar, por ejemplo, en la ya llamada “zona cero”, que así es como se le llama a la C/ Torres Quevedo, las calles adyacentes y la Playa Chica. Zona esta donde las obras que se están haciendo, las que están a medio hacer y las que se harán, así como el desértico paisaje de la ya famosa calle ex-verde, convierten a este lugar en tétrico y polvoriento.

Al atardecer, podríamos pasar por el “ Triángulo Caliente”, cruce de calles entre Nicolás Estévanez, Joaquín Costa y Torres Quevedo. Aquí, nuestros hombres armados deben ir abriendo el paso. Los indígenas se han hecho fuertes en este cruce y es una zona muy delicada, si salimos con vida, será una buena aventura para contársela a nuestros nietos.

Seguiríamos caminado por algunas de la destrozadas calles, “peatonales” o no, Mariana Pineda o Grau Bassas, Dos de Mayo… aquí habría que tener cuidado con los agujeros y desniveles, y más si es de noche como ahora. Cuidado con los tropezones serían fatales….

Y, por fin, llegamos a la que será nuestra Gran Aventura, entrar o, simplemente, pasar por las aceras de la antigua “Escuela de Artes y Oficios”. Aquí, el peligro de enfermedad se palpa en el aire, la atmósfera es densa, casi pantanosa, y si entráramos descubriríamos una rara tribu de indígenas habitando dentro. Viven como hace miles de años, sin agua ni luz, tomando drogas alucinógenas y rodeados de bichos infernales, sobreviviendo como cavernícolas en su gran ciudad moderna.

Aquí, deberíamos estar el mínimo tiempo posible ya que corremos el enorme riesgo de salir contaminados o infectados de alguna enfermedad peligrosa y mortal.

Como ve, Dear Gwana, no hace falta irse a África para tener exóticas y peligrosas aventuras. Aquí, en nuestro barrio de Santa Catalina-Guanarteme, a escasos metros de la llamada “Joya de la Corona”, lugar de esparcimiento y pulmón de nuestra ciudad, los vecinos convivimos con ellas y las tenemos cada día del año.

www.miplayadelascanteras.com

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