“Cuando dos caminos se separan… toma aquel que se dirija a la playa”. Hannah McKinnon

Viernes: con la brisa del norte llegan las nubes

Las Palmas, Estación Invernal (II) por Alfredo Herrera Piqué

LAS PALMAS, ESTACIÓN INVERNAL (II)

Alfredo Herrera Piqué

En sus secciones publicitarias estaban presentes anuncios de varios hoteles entonces existentes:

El Hotel Monopole, en la Plaza de la Democracia, cuyo edificio se conserva en la actualidad: “Hotel de primer orden, en edificio a cuatro fachadas, en el perímetro más céntrico de la población con magníficas vistas. Amplias y ventiladas habitaciones con todo el confort moderno, luz eléctrica, timbres, baños, etc. Comidas a todas horas, a la carta. Cocina francesa y española. Precios económicos.”. Así rezaba su reclamo publicitario.

El Hotel Cuatro Naciones: “Situación en el sitio más céntrico, frente a los jardines de la Alameda”.”Habitaciones amplias y en su mayoría con ventanas a la calle. Servicio esmerado. Magníficas condiciones higiénicas, por la especial construcción del edificio y espaciosos patios”.

El Hotel Rayo, en el Parque de Santa Catalina, propiedad de don Manuel Cabrera: “Este hermoso establecimiento situado admirablemente, cuenta en la actualidad con 52 habitaciones cómodas y elegantes, magníficos comedores, salas de recibo y de fiestas y cuanto confort requieren las exigencias modernas”.

El Hotel Continental, en la Plaza de San Bernardo, cuyo edificio ocuparía más tarde el Círculo Mercantil: “Hotel de primer orden, con todo el confort deseable, situado en el centro de la población. Departamentos de lujo, salones de lectura con los periódicos más importantes nacionales y extranjeros. Salas de billar y de fumar, magníficos cuartos de baño, jardines, etc., etc. Cocinas, francesa, inglesa y española. Bodegas con los mejores vinos españoles y extranjeros”. Dirigía el hotel su propietario don Otto Netzer.

El Hotel Santa Brígida. En el monte, que, con sucesivas reformas, estuvo en servicio hasta hace pocos años (actualmente es residencia universitaria): “Situado a 500 metros sobre el nivel del mar. El Hotel de más lujo de la provincia, con magníficos jardines, y una colección de más de 5.000 plantas”.. También propiedad y dirección del señor Netzer.

Estos hoteles, además de los ya mencionados, entre los que se encontraban algunos tan importantes como el Metropole y el Santa Catalina. Se consideraba por entonces que los medios de alojamiento, el equipamiento hotelero, era una cuestión “del todo resuelta” en Las Palmas.

Ese mismo año 1910, en el mes de marzo, se constituyó en Las Palmas la Junta del Turismo, en la que se habían fundado esperanzas como base principal para el fomento del turismo. En el seno de la Junta se formaron diversas comisiones: Beneficiencia; propaganda; pasajes y hoteles; parques, flores y arbolado; higiene y salubridad, reformas urbanas, protectora de animales, espectáculos en lugares cerrados, espectáculos al aire libre e instrucción pública. Formaban parte de las comisiones numerosas personas que no estaban en la junta de gobierno. También se eligió un comité ejecutivo y una comisión permanente en Madrid.

Objeto de la Junta del Turismo –expresaba el artículo primero de sus estatutos- es “trabajar para que Las Palmas, y la isla en general, logre el grado de progreso, engrandecimiento y prosperidad a que por sus privilegiadas condiciones tiene derecho”. “Entendiendo que el turismo –se decía en el artículo segundo- es una de las bases principales para la riqueza del país, se organizará y fomentará, gestionando rebajas de pasajes y hoteles, facilitando tickets, que por un precio fijo y económico proporcionen facilidades al viajero, para visitar esta isla; celebrando festejos en determinadas épocas del año y haciendo en fin una activa propaganda, para convertir esta ciudad en un gran centro del turismo mundial”

“Canarias Turista” continuó publicándose hasta 1914 (y luego, tras un largo período de silencio, vivió una segunda y corta etapa por el año 1930). Precisamente hasta el comienzo de la primera guerra mundial se extendió la primera fase del turismo en Gran Canaria, que había cristalizado en esa afluencia invernal de origen predominantemente inglés. Esta primera etapa del turismo en la isla se fundamentó en el Puerto y las comunicaciones marítimas, en una propaganda directa surgida de la colonia inglesa aquí establecida y en una infraestructura de una decena de hoteles, varios de los cuales eran bien amplios y acondicionados para el nivel de la época. En esta etapa la zona turística se situó en la zona de Santa Catalina entre el Hotel de este nombre y las Alcaravaneras. El turista acudía ya a las playas y había también un género de visitantes con preferencias por el paisaje, que se inclinaban por hoteles como el Santa Brígida, alejado de la capital.

(Alfredo Herrera Piqué. Extracto del cap. VII “Introducción de la Tecnología Moderna en Las Palmas. La Presencia Mercantil Europea”, del libro LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, Segunda Parte. Editorial Rueda, 1984, pp. 318-320.)

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