En los comienzos del siglo el turismo había tomado una proporción relativamente notable. En Las Palmas pasaba el invierno una numerosa colonia turística, particularmente de súbditos británicos. Si atendemos a lo que decía la Prensa de entonces, con frecuencia los hoteles resultaban “insuficientes para alojar a tan crecido contingente de huéspedes”.
Estos hoteles eran el Continental, el Cuatro Naciones, el Monopol, el Santa Catalina, el Metropole, el Quiney, el Europa, el Victoria, el Central, el Inglaterra, el Louvre, el Tranvía, el Rayo, etc. Varios de estos estaban situados en el casco antiguo de la ciudad, concretamente en el barrio de Triana; otros en el barrio de los hoteles, y uno –el Rayo- en los jardines de Santa Catalina, frente al muelle y principal entrada portuaria de Las Palmas. Por otro lado, en el Monte Lentiscal prestaba sus servicios el Hotel Santa Brígida.
Era un turismo estacional, de temporada, el que se había desarrollado en la capital y en lugares cercanos, como el Monte. Un turismo atraído especialmente por el templado clima invernal de Gran Canaria, por el paisaje y por la generosa y admirativa hospitalidad del isleño. Un turismo complementado por las excursiones del visitante a los puntos más atractivos del paisaje insular y completado, en su organización, por los cruceros turísticos a Canarias desde Inglaterra: por ejemplo, los que realizaba la Yeoward, con salidas de Liverpool, escalas en Lisboa y Madeira y duración de 23 días.
En el citado año surgió la revista semanal -Canarias Turista- que, fiel a su denominación, desempeñó un entusiasta papel, alentador de ideas e iniciativas para el fomento del turismo en estas Islas y, especialmente, en Gran Canaria.
Su primer número, del domingo 6 de febrero de 1910, se abría con un editorial en el que, entre otras cosas, se decía: -Aspiración de antiguo sentida, cada vez más apremiante, es la del fomento del turismo en Gran Canaria: poblaciones y territorios no tan favorecidos por el clima, como esta isla, han hecho del turismo venero de riqueza y prenda de progreso. No hay forastero, conocedor de este país, que no lamente nuestro abandono. Láncese la misma exclamación que sugiere buena tierra improductiva o yacimiento minero sin beneficiar. ¿Es posible? ¿Gran Canaria, de temple benigno, primaveral, encantador, con cielo siempre sereno, con campos feraces, con florestas y umbrías deleitosas, ceñidas del mar, en la ruta de América, de África, de Oceanía, no explota dones tan ricos, pródigamente otorgados? ¿Gran Canaria, estación de invierno, cual ninguna otra, libre de los ardores tropicales, a cubierto de los desequilibrios atmosféricos del Mediterráneo, colocada en tal situación de clima que no se hallará mejor de ser escogido, y a la cual es fácil, hacedero, económico, el viaje desde cualquier puerto de Europa, no se ha impuesto, disputando la clientela de las más renombradas en el mundo? ¿Gran Canaria, con una ciudad como Las Palmas, que se extiende en amplio radio, abrazando ya el Puerto de la Luz, susceptible de hermoseo, de comodidades, de atracciones, que enlaza, mediante carreteras, con los lugares más poéticos de la Isla, no ha sabido aún abrir las puertas del Océano y atraer a los europeos que viajan por placer, por salud, por curiosidad?-.
Más adelante, el mismo editorial señalaba: -Para hacer de Gran Canaria un emporio de riqueza, centro de atracción de forasteros que nos visiten, propaguen las ventajas de este suelo y de este cielo y hacer de Las Palmas una Niza del Atlántico, rebosante de plétora comercial y de encantos de la vida, es menester, ante todo y sobre todo, una línea de orientación, fija, estable, inconmovible, hacia estos fines…-
Estoa párrafos expresan con exactitud la finalidad de la publicación, que, además, dedicaba amplios espacios a describir aspectos de lo que se consideraba básico de nuestro atractivo turístico: la bondad del clima, la belleza y variedad del paisaje, fiestas populares, fomento del arbolado, florecimiento del Puerto, sociedades y hoteles de Las Palmas y otros aspectos.
(Alfredo Herrera Piqué. Extracto del cap. VII “Introducción de la Tecnología Moderna en Las Palmas. La Presencia Mercantil Europea”, del libro LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, Segunda Parte. Editorial Rueda, 1984, pp. 314-318.)
Ayúdanos a seguir informando día a día sobre nuestra playa: dona