Como me agradan las olas
que llegan a la orilla
impetuosas y agresivas,
nunca vienen solas
altaneras y orgullosas
cubriendo sus crestas
sinfonías maravillosas.
Su mar es un plateado espejo
si le acaricia la calma,
pero cuando le habla el viento
despierta y desata su alma
y su incontenible aliento
agitan la paz de sus aguas.
Son juguetonas y traviesas
recorriendo todos los océanos
altivas de su grandeza,
quisiera acariciar con mis manos
las ondas que emanan de tu fuerza.
En tu eterno caminar
por los infinitos horizontes
no hay quien te pueda parar
eres como los montes
que no se pueden escalar.
Olas que mueren en la arena
dejando una estela
de espuma blanca,
quiero llorar mis penas
bañando en tus aguas
mis cansadas piernas.
Las Palmas de G.C. 1989
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