(Fotos-Santiago Ortega junto a un familiar y su hijo mayor, Paquita con su hermana y la tropa de chiquillos dentro de la caseta)
Cuando Santiago Ortega pisó la playa por primera vez nunca se imaginó que su familia y su vida girarían alrededor de ella para siempre.
Santiago y su mujer Paquita Jiménez vivieron la playa como su segunda casa o quizás como la primera ya que allí se pasaban desde el alba hasta al anochecer de cada día, allí criaron a sus seis hijos, y allí se crían sus nietos.
Santiago fue uno de los primeros grandes hamaqueros de la Playa de Las Canteras, trabajo ininterrumpidamente 45 años junto a su familia el negocio de la playa, y en la actualidad después de su fallecimiento su fiel Paquita aparece cada mañana para echarle una mano a su hijo en lo que es su vida y la de los suyos.
Paquita cuenta con emoción los primeros años en la playa, cuando llegaba con sus hijos pequeños a la playa al amanecer y transformaban la vieja caseta de hamacas en un verdadero hogar, allí preparaban la comida, descansaban las horas fuertes de sol, ayudaban a recoger el material al final del día y así cada día de año. En el “boom” turístico se llegaban a sacar 1000 o más de la viejas hamacas de madera. Nos cuenta junto a sus hijas mayores que muchos días salían todos de su casa del barrio de San José antes de amanecer para ayudar a su padre a recoger la seba que aparecía en la orilla, operación que en la actualidad se hace a fuerza de tractor pero que antes se tenia que hacer “apechugando” con palas y grandes cestos, labor que le correspondía a cada concesionario de hamacas. Allí se podía ver a toda la familia: Santiago padre y la tropa de hijos detrás; Fefi, Santiago, Mª Jesús, África, Pepe, Oliver, cada uno ayudando como podía mientras Paquita preparaba el desayuno en la casa-caseta.
Toda la familia Ortega esta orgullosa de su pasado playero “no lo cambiaría por nada” cuenta Mª Jesús, una de las mayores, aunque se trabajo mucho y duro fue una infancia maravillosa entre hamacas, baños, arena, “guiris” cariñosos y tenderetes entre amigos. Mientras hablamos, su hija, una de las siete nietas de Paquita, se revuelca en la arena calentita del mediodía como antaño lo hizo su abuela y su madre.
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