Eran más de las nueve de la noche cuando jugábamos en la calle Luján Peréz de La Isleta:
-Oye ¿a qué hora quedamos mañana para ir a la playa? Podríamos ir a las once.
-Vale, en la puerta de Paquita, la de la tienda.
-¡Rápido, mamá, el desayuno, que me espera la gente de la pandilla para ir a Las Canteras!
-¡Si no te tomas la yema con la quina, de aquí
no sales!
-¡Vale má!
-Ten cuidado con las olas, no te metas muy adentro y ni se te ocurra ir a La Barra. Sabes que si vas yo me entero.
-¿Quién falta? Estamos todos. ¿Trajiste el clavo?
-Sí, lo tengo.
-La marea está llena, esperaremos a que baje.
– Bueno, jugamos al clavo: La cabeza, el hombro, el codo………….
– Mira ya se ve la Peña la Vieja! Nos vamos a nadar.
– Fíjate en aquellos guiris, van en patín a La Barra, nos colgaremos de atrás, coge una piedra lisa para poder mariscar.¡Anda, mi madre en la orilla! Abanándonos está a ver si la despistamos, salgamos por la Playa Chica, que como me coja me da una jalá
-¡P´a eso nos vamos a la Cicer a sebar olas, que nos divierte más!
-¡Chacho! ¿qué hora es ? Yo tengo hambre
-Y yo también.
-Pues vámonos a comer. Mañana volvemos otra vez.
Tensy Calero