“Necesito el mar porque me enseña.”. Pablo Neruda

Viernes: aviso naranja por costeros (oleaje) y aviso amarillo por viento.

Peña la Vieja: el ayer y hoy por Wiso

Estamos en vísperas del primer domingo de octubre. Esta fecha es, como sabe todo buen cristiano playero, la escogida para la Travesia a nado de Las Canteras, y que ahora cumple sus 20 otoños. Los que entrenamos de la Playa Grande p´a la Peña La Vieja- unos maestros en las corrientes del Pasadizo-, planificamos inteligentemente la dosificación del esfuerzo de la siguiente manera; 1ª semana, de la Playa Chica a la Peña; 2ª del Balneario a la Peña; 3ª del Hospital S. Jose a la Peña; 4ªdel Hotel Cristina- ¿lo, digo otra vez?-¡ a la Peña! Y el primer domingo de octubre, la gran traca final de la Puntilla a la Peña

Andaba yo por la 3ª semana. Desde el principio del tramo apenas se vislumbraba la meta. Por eso, la norma es poner rumbo al Pasadizo, enfilando astutamente la “casa blanca” de encima de las montañas del Rincón, para evitar los estirones de pezcuezo;y, una vez cruzado el Pasadizo, ya se divisa la Peña divinamente y se timonea hacia ella

Pues bien, el otro dia ocurrió algo muy extraño: habiendo rebasado el Pasadizo, por más que tiro del cogote p´arriba, no se veía la Peña. Hasta me llegue a preguntar si era que, sin avisar, se habia cambiado de alcalde, y …. Seguí nadando orientándome creo yo, por el instinto; y cuando ya estaba a unos 5 m, se resolvío el misterio: el substrato de la montaña de chiquillos que tenía delante de mis narices, era la Peña La Vieja. ¿Verdad que parece exagerado? Concédanme el beneficio de la duda, por lo menos. Y, a base de fijarme bien, encontré un pedazo de marisco libre de extremidades inferiores, y consegui subirme a la Peña. Ya arriba d´ella, me puse observar (¿qué otra cosa puede hacer un hombre de mis años?); no sea perfeccionista, lector, y no pidas cifras.

Y observando, observando, observé que 6 ó 7 de ellos integraban una pandilla. Y, sin querer, atravesé el túnel del tiempo. Esa pandilla de hogaño, y la mia de antaño, ¿ no podría ser la misma, mutas, mutandi? Me puse a escucharles. Transcribo, entrecomillado, lo que oí:

“A que no te tira desde aqui, colega? A que si. A que no; cinco talegos si te atreves,” Se referían a lanzarse, desde el punto mas alto de la Peña, hacia la parte sur, entre la Peña grande y la chica, teniéndose que salvar unos peñascos sumergidos a poca profundidad. Un verdadero riesgo. El ” puenting” y el “parapente” son machangadas comparados con este salto. El pollillo que dijo ” A que si” – unos 14 años- se situó arriba; estuvo mirando y remirando, titubeante, unos tres minutos largos. Yo. el que escribe, casi, casi intervengo, con el corazón palpitante- claro-, con una frase de más o menos de este calibre: Puer en mis tiempos, todos los de mi pandilla lo haciamos, ¿ quieren que se lo demuestre?” Pero mi reflexión duró más de la cuenta (¿me explico?) y me sacó de ella, el chaval de hoy gritando desde el agua. “¡Vengan esos cinco talegos que te apostaste, tío!” O séase, que había saltado.

¿En que nos diferencíabamos?. Sólo en las palabras?. Nosotros deciamos “marica el que no se tira”. Y es que no conocíamos los” talegos”. Y es que, en nuestro tiempo, el sueldo de nuestros padres ni llegaba ni siquiera a uno de ellos. Y es que no éramos tan materialistas: con las perras”pal´cine”, los domingos, tan felices , digo yo

Las Palmas octubre de 1991

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