El Ayuntamiento monta la estructura tras seis meses de trabajo en el taller.
La pieza es prácticamente nueva, debido al mal estado del armazón de la anterior, que no estaba preparada para la alta exposición al mar de su emplazamiento.
Los nuevos materiales de la réplica del Blériot XI, el primer aeroplano que voló en Canarias, son más adecuados para la exposición al salitre de la zona. El sellado es total y tiene cuatro capas de pintura con propiedades protectoras frente a la oxidación.
La réplica que ocupa la rotonda de El Rincón conmemora el vuelo del Blériot XI de Lèonce Garnier sobre la ciudad y Las Canteras, acontecido el 30 de abril de 1913. Despegando desde el «Campo» de Guanarteme.
El nuevo Blériot XI no es una restauración como tal, sino una reproducción del 90 % de la pieza original, ya que muchos elementos estaban en muy mal estado. El aeroplano retirado no tenía el material adecuado para estar ubicado tan cerca del mar, explicó el servicio de mantenimiento urbano municipal.
En su rediseño, el Consistorio contempla añadir también un pedestal con una placa que explique la importancia histórica a la que hace referencia. «El texto era ilegible y se ha mandado a reproducir uno nuevo también».
La historia del Blériot XI marcó un antes y un después. El cronista oficial de la ciudad, Juan José Laforet, destaca que su importancia fue tal que hoy en día es considerado «un protovuelo» de la aviación en Canarias. En Europa estaban de moda los espectáculos acrobáticos de aviación, como los que hacía Lèonce Garnier, y el Ayuntamiento de Las Palmas quiso organizar uno parecido en la ciudad. «El alcalde Felipe Massieu lo contrató para hacer una exhibición durante las fiestas de San Pedro Mártir porque aún no existían las fiestas fundacionales como las conocemos ahora y fue toda una locura. La gente había llegado de varios puntos de la isla para ver por primera vez una avioneta surcar los cielos, solo tenían referencias por fotos de lo que por entonces había en Europa», añade.
El cambio de denominación de la playa de Guanarteme a La Cícer no se debió a una decisión administrativa formal, sino que fue un proceso gradual, impulsado por la presencia de la central eléctrica y su influencia en la identidad local