Año 2004: las últimas chabolas de El Confital resistían en pie, a la espera de ser demolidas. Entre ellas, el popular “Bar Playa” fue una de las últimas construcciones en desaparecer.
Estas fotografías, tomadas en noviembre de 2004 tanto en el interior como en el exterior del emblemático local, documentan sus últimos días antes de ser derruido.
Ya en diciembre de ese mismo año, no quedaba ninguna infravivienda sobre la arena de El Confital. Con ello, se cerraba una etapa marcada por décadas de ocupación irregular del espacio y vida popular junto al mar.
Durante buena parte del siglo XX, El Confital fue un espacio habitado de forma precaria por familias que, al margen de la planificación urbana, construyeron casetas de madera, piedra o bloques, muchas de ellas sin servicios básicos. A pesar de la ilegalidad de estas ocupaciones, el lugar se convirtió en un enclave singular de convivencia y arraigo costero.
El “Bar Playa”, regentado los últimos años por Antonio, un vecino del barrio, fue centro de reunión y punto de referencia para los bañistas y surfistas que frecuentaban la zona, incluso en tiempos en que El Confital estaba apartado de los circuitos turísticos y apenas contaba con infraestructuras.
Hoy El Confital es uno de los rincones más valorados del litoral capitalino, gracias a su valor ecológico, paisajístico y deportivo.